El 46,1% de los usuarios de internet en España consideran la red cada día más segura. Sin embargo, el 45,2% destaca que su mayor preocupación es el riesgo por la pérdida de privacidad que supone el robo o uso sin consentimiento de información de carácter personal, según el Estudio de Ciberseguridad y confianza en los hogares españoles referente al segundo semestre del 2018 del Observatorio Nacional de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información (ONTSI).
“La desconfianza está en los ciudadanos. No siempre nos sentimos seguros al incluir datos privados en portales, redes sociales, ecommerces o al descargar apps. Tras el caso de Facebook, los usuarios de internet han sido aún más conscientes de cómo las empresas han traficado con sus datos y han duplicado sus beneficios a costa de vender su privacidad. Sin embargo, cada vez hay más normativa al respecto y la legislación comienza a acotar el campo”, explica Eduardo Delgado, CEO de Roams.
Ante el creciente uso fraudulento de datos personales y del reconocimiento facial por parte de organismos públicos y empresas, la Unión Europea ha decidido endurecer su normativa y otorgar más control a los ciudadanos. El Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) es la normativa europea relativa a la protección de los datos personales y a la libre circulación de estos datos para las personas físicas. Con su entrada en vigor en mayo de 2018, la Unión Europea buscaba proteger la privacidad de los usuarios en cualquier ámbito de su vida, también en el digital. Pero aún quedan muchos flecos sueltos.
El uso de datos de los usuarios para generar ingresos es una práctica demasiado extendida entre empresas digitales en los últimos años. El negocio de datos ha crecido tanto que ya han surgido reacciones de parte de los ciudadanos en distintas direcciones. Por un lado, existen plataformas que asesoran y apoyan en caso de querer denunciar; por otro, se pueden encontrar páginas en las que el propio usuario puede ‘hacer esta venta’; y, además, hay gobiernos como el de California que estudian leyes para recaudar impuestos por las compañías que se enriquecen con la recolección y venta de datos personales de los ciudadanos.
Pero no todas las empresas digitales han caído en estas prácticas. Crecer en el mundo digital sin vender datos de los usuarios es posible y lo demuestran algunas empresas que distribuyen comida a domicilio, de retoque fotográfico o comparadores. Un ejemplo es Roams, el comparador de tarifas de telefonía e internet, que ha logrado situarse como un referente en su sector poniendo en valor la privacidad de los usuarios. Su modelo de negocio se ha basado en ofrecer un servicio gratuito para el cliente final pero con un sistema económico financiado por las compañías telefónicas.
“Como avanza la sabiduría popular: ‘nadie da duros a pesetas’. Nada es 100% gratuito, las empresas tienen que sobrevivir económicamente y todo negocio tiene como objetivo, en mayor o menor medida, hacer dinero. Gratis no hay nada. La diferencia está en vender esos datos a terceros para contaminar al consumidor con publicidad o que el servicio sea gratuito para el usuario pero no para la empresa con la que colaboras, como es nuestro caso”, defiende Delgado.
En el caso de Roams, el modo de obtener ingresos consiste en el cobro de una comisión a las compañías de telefonía por cada uno de los consumidores a los que asesora de forma gratuita. Los usuarios no tienen que incluir datos personales en el portal para hacer sus comparaciones. Mientras que otros comparadores solicitan al menos una dirección de email para enviar los resultados de una comparativa u obligan a llamarles por teléfono, Roams se puede utilizar de forma libre sin dar a cambio datos personales o de contacto.
“¡Lo tenemos claro! Asesorar al usuario es el centro de nuestro negocio. Nuestros clientes son los usuarios que usan el comparador pero nuestros ingresos vienen de las compañías telefónicas. Hemos establecido acuerdos comerciales con ellas en un marco de imparcialidad y transparencia que garantiza que los resultados de búsqueda del comparador se basen única y exclusivamente en el precio final de la tarifa y en las preferencias del usuario. De esta forma, garantizamos el servicio, la monetización de nuestro negocio y cuidamos a los usuarios”, garantiza el CEO de Roams.
Los usuarios de internet tienen que lidiar cada día con decenas de situaciones. Desde mirar algo online y que luego nos aparezca el anuncio en todas las webs que entramos hasta tener que decir a todo que sí para poder descargar una app que luego te obliga a aceptar una lista infinita de condiciones o de permisos que abren puertas en contra de su privacidad. ¿Tienen los usuarios que aceptar que las empresas digitales comercialicen con sus datos privados?