Durante el mes de enero del presenta año, y en el marco de una conferencia sobre fomento de los hábitos saludables en las empresas, realizada en Zaragoza, el psiquiatra y director del Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza, Javier García Campayo, realizó unas declaraciones sobre las ventajas percibidas en de las empresas que promueven el Mindfulness entre sus trabajadores; concretamente, dichos trabajadores, en tales circunstancias, serían tres veces más productivos, mucho más felices y más creativos.
Para ello, según afirma el ponente, sólo haría falta que los trabajadores pasasen por una formación sencilla de dos horas durante siete u ocho semanas, para que, al poco tiempo, empezasen a notarse los resultados. La práctica de esta técnica incluiría pequeñas pausas cada dos horas de trabajo, pero todo ello acabaría redundando en grandes beneficios, tanto para la empresa como para el trabajador.
Y no es sólo un gran experto el que nos está explicando las bondades de esta técnica y su efecto en las personas y, más concretamente el capital humano de una organización; el propio García Campayo nos pone el ejemplo de una entidad de primer orden como el Foro de Davos, donde se practica el Mindfulness, al igual que ocurre también en algunos círculos ejecutivo-empresariales. Sin embargo, en palabras del ponente, en España no se está dando, con la misma intensidad, esta iniciativa (apenas algunos cursos, pero no se instaura en el día a día de la empresa).
Y es que, aún con todos los datos científicos que hacen razonable pensar que la apuesta por el Mindfulness es una inversión que devolverá, con creces, lo desembolsado, probablemente no se entienda por una parte de nuestro entorno. Pero ser emprendedor no implica sólo largas horas de trabajo, también significa tomar decisiones que van más allá de lo que el resto de la gente pueda, a priori, aprobar; a fin de cuentas, no podemos gustar ni tener la aprobación de todo el mundo.
Ser pionero, innovador y tener la mente abierta es lo que ha llevado a grandes hombres de negocios hasta el éxito desde posiciones más humildes. Román Abramóvich comenzó con invirtiendo su pequeño capital en una modesta fábrica de juguetes y decidió diversificarse, en contra de lo que el mercado ruso de ese momento podría recomendar; “Bugsy” Siegel, fue pionero en Las Vegas cuando nadie creía posible que ese pedazo de desierto pudiese tener la más mínima rentabilidad; Steve Jobs se volcó en la construcción de un computador casero cuando su experiencia previa era la de ir de oyente a clases de caligrafía.
Y son sólo algunos de los casos de la historia relativos a grandes emprendedores que desoyeron a muchos de aquellos que les rodeaban para llevar a cabo lo que creían que era una buena idea o un proyecto que, pensaban, podía beneficiarles.
Por nuestra parte, no es la primera ocasión en la que os hablamos del Mindfulness y de algunos de los efectos positivos que puede crear. Recientemente os explicamos el caso de cómo esta técnica ayudó a miles de trabajadores a hacer frente al que se conoce como “Día más triste del año”, el 20 de enero, para vencer la negatividad y la tristeza propias de esta fecha a través de ejercicios de relajación, posturales, de visualización de objetivos, entre otros.
¿Pero, qué es realmente el Mindfulness?
Mindfulness se traduciría al castellano como conciencia o atención plena. Consistiría en ser consciente de forma plena de los estímulos que nos surgen (muchos de ellos internos), sin pararnos a juzgarlos o a crearnos expectativas sobre ellos, sino que los aceptamos y nos centramos en la experiencia del aquí y ahora.
Es decir, en lugar de estar recriminándonos o replanteándonos cosas del pasado y preocupándonos que aquello que todavía no ha llegado, nos ocupamos de lo que podemos hacer aquí y ahora. Así, muchos de los focos de angustia y conflicto interno pasan a convertirse en aspectos productivos y útiles para nuestra vida productiva y emocional. Sus beneficios han sido probados en diversos campos laborales y han tenido un notable éxito, como muestran algunos estudios.
