El ecosistema empresarial en nuestro país está cambiando y cada vez surgen más startups. Concretamente, en los últimos cinco años, ha crecido un 17% el emprendimiento español según indican los datos del último Mapa Emprendimiento South Summit 2019.
Según este estudio, el 61% de los emprendedores lo ha hecho como una opción deseada, viendo una oportunidad en el emprendimiento, y no viéndolo como una obligación para obtener un trabajo.
“La preocupación principal del emprendedor suele ser conseguir que su startup se convierta en una empresa sostenible y que su modelo de negocio se consolide, y así deber ser. Sin embargo, existen una serie de riesgos tangenciales o derivados de su actividad que no deberían pasar a segundo plano, ser desatendidos o ignorados. Se trata de riesgos que pueden derivar en reclamaciones considerables, o en pérdidas por daños no asegurados, lo que puede acarrear incluso la quiebra del negocio” señala Rafael González-Montejano, cofundador y CEO de SingularCover.
“Muchos emprendedores desconocen cuáles son estos riesgos y, aun sabiéndolo, desconocen cómo protegerse de ellos o minimizarlos para que se puedan dedicar en exclusiva a hacer que su startup funcione. Y después de haber invertido energía, trabajo, mucho esfuerzo y, sobre todo, un capital que para muchos va más allá de sus ahorros (family & friends, préstamos, hipotecas,) es una pena que lo pierdan todo por no haber cubierto correctamente los riesgos asociados con su negocio, incluso a ellos mismos, muchas veces se olvidan, a pesar de que tenga consecuencias tan graves como la quiebra de algo que les ha costado tanto levantar.” concluye González-Montejano.
Fundamentalmente los riesgos a los que se enfrentan los emprendedores son de tres tipos, según indican desde SingularCover -startup española de insurtech especializada en seguros para comercios, oficinas, pymes y autónomos. Los daños materiales serían, por ejemplo, robo de equipos informáticos, rotura de cristales, daños por agua, etc. Suelen tener un impacto económico controlable, sin embargo, se pueden eliminar fácilmente asegurando los equipos y bienes, junto a la oficina con una simple póliza de multirriesgo.
Los daños personales son aquellos que derivan de accidentes que sufran clientes o empleados en las premisas del negocio o en la oficina. En este caso, el impacto económico puede ser mayor si bien también se pueden solventar con coberturas de accidentes para empleados o de responsabilidad civil.
Finalmente estarían los daños patrimoniales, los más obviados y sin embargo los que entrañan más riesgo. En este caso la casuística es más compleja y diversa, al igual que el importe económico que conlleva. Estos daños se refieren a aquellos que el patrimonio del emprendedor puede sufrir como consecuencia de reclamaciones judiciales de terceros derivadas de su gestión (D&O) o negocio (RC de explotación, de producto, etc.). “Cuando somos emprendedores, asumimos la gestión y administración de un negocio que, seguramente, tenga inversores, clientes, empleados, etc. Las reclamaciones pueden ser de distinta naturaleza, pero si la reclamación tiene éxito puede conllevar indemnizaciones considerables que el emprendedor ha de cubrir, incluso con su propio patrimonio”, revela González-Montejano.