El 99,2% de las compañías españolas son pequeñas y medianas empresas. Este dato no debería ser necesariamente negativo si no fuera por una cuestión: es rara la compañía que, pasados unos años, consigue abandonar este estatus y subir pisos en el ascensor empresarial. Algunas, de hecho, podrían dejar de ser pymes y seguir creciendo, pero no quieren. ¿A qué se debe esto? Y, sobre todo, ¿cómo puede solucionarse?
Estas son algunas de las preguntas que se respondieron en el foro ‘La pyme española y el reto del crecimiento’, organizado por El Confidencial, la Cámara de Comercio de España e Ibercaja, y que fue inaugurado por la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, contando con la participación de Rodrigo Madrazo (director general de Política Económica del Ministerio de Economía), Andrés Pereda (director de Desarrollo Corporativo de la Cámara de Comercio de España), Ignacio Pan de Soraluce (socio fundador de Brabante Cervezas) y Moisés Israel Abecasis (presidente de Gigas).
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“No quiero dejar de ser pyme”
El diagnóstico, de entrada, no es del todo alentador: “Aquí no hay convergencia: la empresa española nace pequeña… y ahí se queda”, asegura Rodrigo Madrazo. “Muchos empresarios me han dicho: ‘Yo no quiero dejar de ser pyme”.
El tejido empresarial español “está descompensado. Son las empresas grandes las que tienen una mayor propensión a la internacionalización y a invertir en I+D+i; las demás se quedan atrás. Los que tienen menos de 50 empleados no quieren pasar de ahí, y los que están cerca de 250 tampoco quieren superar esa barrera”.
Las cifras, desde luego, no mienten: a día de hoy, el 21% de las empresas españolas no tiene ni dos años de longevidad, y solo el 16% supera las dos décadas de vida.
¿Qué impide a las pymes crecer?
Pero ¿a qué se debe esta falta de crecimiento o incluso renuncia voluntaria al mismo? En la Cámara de Comercio creen tener algunas respuestas: “Lo que nos dicen las pymes es que hay unos umbrales que afectan a su capacidad de crecer”, asegura Andrés Pereda.
En concreto, “las micropymes tienen una sensibilidad especial con la carga administrativa; las medianas, con los incentivos fiscales, y las grandes, una problemática diferente relativa a la unidad de mercado y a la formación del capital humano. En cuanto una empresa pasa de 10, de 50 o de 250 empleados, se encuentra con problemas”.
Para Moisés Israel Abecasis, “ganar tamaño es obligatorio, pero internacionalizar una pyme es muy complicado. Tienes que escalar, crear estructuras locales, contratar fuerza laboral local, mezclar culturas, etcétera”.
Además, se encuentra con un problema añadido: la contratación de empleados cualificados. Y es que “antes, con el paro, era muy fácil encontrar muy buenos empleados, pero en los últimos 18-24 meses hay un problema de retención de talento. Hay técnicos muy cualificados, con salarios decentes pero menores de los que les ofrecen, y se acaban yendo”, asegura Moisés Israel Abecasis.
Ese futuro pasaría, según Rodrigo Madrazo, por una mayor competitividad: “La productividad al final se traduce en mejores salarios para los empleados. Mientras las microempresas pagan unos salarios de unos 1.000-1.200 euros al mes, las grandes pagan entre 2.500 y 2.800 euros mensuales”.
La receta para que las pymes españolas crezcan
Hecho el diagnóstico y comparadas las futuras ventajas, la siguiente pregunta parece obvia: ¿qué debe hacer España para que sus pymes puedan crecer sin problema e incluso llegar a internacionalizarse?
Para Andrés Pereda,“una opción es eliminar la normativa que marca los umbrales entre los distintos tamaños de empresas”. Todo ello con un objetivo final, según Moisés Israel Abecasis: “Hay que internacionalizarse. Tenemos que ser capaces de vender nuestros productos en otros mercados”.
Por su parte, Ignacio Pan de Soraluce también lo tiene claro: “Necesitamos una legislación más favorable a la hora de que las pequeñas empresas accedan al mercado. Las grandes ejercen tanto control que a las pymes nos cuesta mucho crecer, nos encontramos con un techo más difícil de romper”.
La clave: financiación y Gobierno
En todo este plan, evidentemente, hay un ingrediente imprescindible: el acceso a financiación. Y lo cierto es que, en los últimos años, este aspecto ha ido cambiando ligeramente.
El salto ha sido considerable: “Antes, las empresas españolas tenían una dependencia excesiva de la financiación bancaria”, según Madrazo, pero ahora “apuestan cada vez menos por el crédito y más por otras formas de financiación, como la retención de beneficios o el capital riesgo”.
Para Madrazo, en definitiva, “hay que cambiar el enfoque. No hay que tener un marco normativo ideal para la pyme, sino ideal para que las pymes no vean frenos a la hora de crecer”.