Malvados en la oficina ¿Son necesarios?

Las compañías solicitan con cada vez mayor frecuencia a profesionales dispuestos a realizar el ‘trabajo sucio’, desde realizar críticas negativas a despidos.

Publicado el 04 Dic 2015

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Toda película de acción que se precie necesita tanto de un héroe como de un villano a la altura. No son pocas las producciones que han fracasado por no presentar a un malvado de categoría capaz de traer al protagonista por el camino de la amargura.

Aunque parezca sorprendente ocurre lo mismo en el ámbito laboral. ¿Al fin y al cabo qué es el trabajo salvo una película de acción en la que usted es el héroe? Y como toda película, su oficina también necesita de un malo en condiciones. Al fin y al cabo, ellos también hacen su trabajo y cumplen con una función decisiva.

De acuerdo con The Wall Street Journal, las compañías solicitan con cada vez mayor frecuencia a profesionales dispuestos a realizar el ‘trabajo sucio’, esto es transmitir críticas negativas, cancelar proyectos o despedir trabajadores.

Sin embargo, no todo el mundo está hecho para hacer el mal en la oficina. Un villano laboral debe estar preparado para resistir la presión psicológica que supone no ser apreciado por el resto de compañeros.

“Quienes asumen este papel se quedan solos”, asegura en las páginas del prestigioso rotativo estadounidense Jennifer Lee Magas, apodada ‘Terminator’ tras despedir a decenas de empleados en su anterior puesto de trabajo como abogada especializada en derecho laboral. Explica en The Wall Street Journal que superó esta tensión haciendo ‘footing’ en sus ratos libres y recaudando fondos para familias con pocos recursos.

En este sentido, las virtudes que son sinónimo de éxito en el trabajo difieren de las necesarias para ser querido por los demás compañeros con demasiada frecuencia, apunta Jeffrey Pfeffer, profesor de comportamiento organizativo en la escuela de negocios de Stanford y autor de Leadership BS, un libro sobre cómo los líderes se hacen con el poder en el ámbito laboral.

Cuenta el Dr. Pfeffer que abunda entre los CEO estadounidenses el siguiente chascarrillo: “si queréis gustar, compraos un perro”. “No es cuestión de gustar o de que te quieran. Es cuestión de ser honesto y valiente. Si eres una persona íntegra abierta, puede que no gustes, que no estén de acuerdo con lo que haces, pero así no cuestionarán tu integridad”, sostiene por su parte Jonathan Bulkeley, ejecutivo e inversor especializado en tecnología en TWSJ.

Incluso hay quien apunta que hasta en las fiesta y/o cenas de Navidad de la empresa se precisa de un “malvado aguafiestas”. Son necesarios para controlar el consumo de copas y que la velada no se desmadre.

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Redacción TICPymes

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