“La escalabilidad tiene que ver con la ambición de los emprendedores. Es igual de comparable que los negocios offline. Cualquier negocio físico es escalable, pero depende de la ambición de la gente. Hay quien monta una peluquería de barrio, le va bien y no se plantea más. Alguien con ambición monta una cadena con 500 peluquerías, como Marco Aldany, y es el mismo negocio. Uno decide tener un negociete y otro quiere una compañía. En Internet es igual. Hay quien monta una tienda online de bolsos de diseño fabricados a mano, cambia el soporte del negocio, pero si no tiene vocación y ambición por hacerlo crecer, se quedará en un negocio normal”, puntualiza Javier Torremocha, socio fundador de Kibo Ventures.
El equipo inversor
“Quien quiera hacer un negocio escalable debe pensar en grande desde el principio. Saber que quiere hacerlo crecer más allá de las fronteras iniciales. Y hacerlo cuando lo permita el negocio, con una base sólida. Una compañía que quiera ser global; no tiene por qué aspirar a estar en todo el mundo, pero sí en varios mercados. Se tiene que internacionalizar en su conjunto, tener gente internacional en el equipo e inversores extranjeros también”, recomienda Torremocha.
La prueba del espejo
“Antes de invertir, sobre todo lo que hacemos es analizar si el emprendedor tiene ambición para hacerlo escalable. ¿Cómo lo vemos? Le ponemos delante de un espejo y le decimos que piense cómo se ve dentro de cinco años. Si habrá salido todo como él espera. Y lo interesante de esto es que la mayor parte de ellos lo que ven no es lo que quiere ver el inversor. Suelen ver una empresa que ha crecido poco, pero que es rentable, con 10 o 12 empleados. Pero eso ni es escalable ni interesante para un inversor”, ha comentado el inversor Rodolfo Carpintier. Y añade: “El emprendedor escalable, por el contrario, se ve a sí mismo en unos años dirigiendo una empresa que ha crecido. Y sabe responder cómo lo va a conseguir. Le ponemos a prueba diciéndole, bien, tú dices que dentro de cinco años vas a tener una empresa de cien millones. Eso quiere decir que vas a necesitar 500 empleados, cuéntame, ¿cuántos sois ahora? Dos. ¿Y cómo vas a pasar de dos a 500?
¿Por qué se da más importancia al propio emprendedor que a su idea? Porque “la mayor parte de los proyectos se caen porque se ejecutan mal. Por problemas del emprendedor. Porque no consiguen el equipo adecuado, no tienen ambición, no saben vender la idea, y se rodean de gente peor que ellos, en lugar de rodearse de lo contrario”, añade Carpintier.