Durante las últimas semanas, el sector de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) ha sido uno de los grandes protagonistas de la actualidad y la razón es la oleada de recortes de plantilla sin precedentes que las gigantes tecnológicas como Google, Microsoft o Meta están llevando a cabo, afectando a decenas de miles de empleados.
Lo cierto es que las consecuencias de un despido, que en ningún caso es agradable, pueden llegar a adquirir dimensiones importantes tanto para el trabajador como para la empresa, y más cuando se trata de despidos colectivos de estas envergaduras. Por ello, Hiscox ha recordado algunos de los principales riesgos a los que pueden enfrentarse las empresas TIC tras el despido de empleados y ante los que, por tanto, deben estar protegidas.
- Ex empleados desleales. Cuando un empleado deja de serlo en caso de despido, así como en una baja voluntaria, la situación puede llegar en ocasiones a tornarse amarga y no acabar en los mejores términos para ninguna de las partes. Un caso muy conocido es el del fundador de la compañía TIC Esselar, que, tras abandonarla, planeó durante meses una venganza en la víspera de una presentación a un cliente importante de la empresa, que consistió en el hackeo de los teléfonos móviles de alrededor de 900 empleados del cliente, eliminando toda su información. Esta situación culminó con la ruptura de las relaciones entre ambas compañías, demandas, daños reputacionales y un prácticamente obligado cambio de imagen y marca.
- Difamaciones. El descontento puede llevar a exempleados y empresas a descargar difamaciones en algún medio de difusión, como las redes sociales. Estas difamaciones pueden afectar directamente a la imagen y a la reputación de ésta y, a su vez, repercutir en pérdidas económicas en función de la gravedad de las afirmaciones. Pero también podría ocurrir que la propia empresa sea la acusada de difamación por parte de un tercero, por lo que, en cualquier caso, la empresa debería ponerse manos a la obra con su protección ante esta posibilidad.
- Fugas y robos de datos. No es raro que un empleado cuando es despedido decida llevarse algún tipo de objeto de la empresa sin comunicárselo. Pero, en ocasiones, el robo puede ir más allá y no siempre relacionado con algo físico y material. Un empleado con acceso a datos o documentos confidenciales, además de llevárselos sin permiso y privar de ellos a la empresa, podría también proporcionárselos a la competencia, con las consecuencias que ello podría suponer. Este caso en concreto es un peligro muy real en el sector TIC ya que, según datos de Gesprodat, el 77% de las empresas han sufrido al menos un intento de robo de datos sensibles por parte de empleados.
- Vulneración del derecho de propiedad intelectual. Las empresas no sólo pueden prescindir de un trabajador, sino que puede ser la que contrate a un empleado despedido de su ex compañía. Llegado el caso, puede ocurrir que, en venganza, este trabajador utilice en la nueva compañía alguna propiedad intelectual de la antigua empresa, como puede ser un código fuente propietario. En este tipo de casos, al mismo tiempo que se está incumpliendo el contrato de su uso dañando a la empresa, también son vulnerados los derechos de propiedad intelectual, por lo que las consecuencias pueden alcanzar cierta gravedad.
- Retrasos en la ejecución de proyectos o cumplimiento de plazos. Un trabajador es despedido, pero, ¿qué pasa con el trabajo que pudiera dejar inacabado? Puede ocurrir que, ante esta situación, no se cumplan los plazos previstos de entrega de cualquier proyecto, o bien se realice de una forma en la que no se llegan a los objetivos fijados previamente, causando una pérdida económica al cliente que contrató los servicios de la empresa tecnológica. La situación, que realmente se trata de un incumplimiento involuntario del contrato, por tanto, puede traducirse en pérdidas económicas para la propia empresa derivadas de una demanda.