¿En qué consiste la nueva Ley de Secreto Empresarial?

El despacho Elzabur analiza las posibilidades que ofrece la normativa

Publicado el 22 Feb 2019

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Acaba de entrar en vigor la Ley de Secreto Empresarial, tras su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE), lo que convierte a España en uno de los primeros países de la Unión Europea (UE) en contar con una normativa que regula el secreto empresarial, después de ser aprobada el pasado diciembre en el Congreso. Hasta ahora, el marco legal que regulaba el Secreto Empresarial a nivel europeo era disperso y muy fragmentado entre diferentes normativas. “En ese sentido, Norteamérica nos lleva mucha ventaja porque allí existe una jurisprudencia para ello desde el siglo XVIII”, asegura Javier Fernández-Lasquetty, socio del despacho especializado en la protección de activos intangibles Elzaburu. “Esta ley era necesaria hace mucho tiempo y tenemos que verla como una buena noticia”, añade.

De hecho, la gran relevancia de esta ley llevó al despacho, junto con ASEBIO, a organizar el mes pasado la jornada “Preservar la I+D. Patentar o Proteger el know-how a la luz de esta nueva Ley de Secreto Empresarial”. Durante la misma, se abordó la aplicación de la ley en sectores tan importantes como el de la biotecnología, “un campo donde se están realizando grandes progresos en áreas como la medicina o la agricultura”, según explicó Antonio Tavira, CEO de la firma.

“El Secreto Empresarial no es una cosa de hoy, es de ayer; ya desde empresas que, como Coca-cola, han protegido su fórmula secreta o como la salsa de Kentucky Fried Chicken”, expone Fernández-Lasquetty. Al igual que las patentes sí se pueden proteger y son más fácilmente cuantificables, el debate viene sobre cómo proteger el know-how: toda aquella información valiosa que una empresa va generando a medida que avanza en una investigación. No todo se puede patentar, pero el know-how debería poderse proteger para así salvaguardar la innovación en las empresas. Con la nueva Ley, según el experto, podemos actuar en relación con la información, pero también con las personas, desde empleados y clientes hasta proveedores externos de servicios.

Javier Fernández Lasquetty define el texto de la nueva normativa como “muy completo” porque delimita como objeto susceptible de ser protegido cualquier ámbito de la información o conocimiento o cualquier ámbito de la empresa. Contempla la violación del secreto a la obtención de mercancías ilícitas, a la utilización y también a la responsabilidad objetiva porque no esta permitido comerciar con servicios ilícitos. “La ley puede traer una mayor seriedad y tendremos que tener mucho cuidado en todas las medidas adoptadas para proteger nuestro secreto desde el minuto cero”, dice.

“En España somos muy innovadores, de acuerdo al gran número de peticiones de patentes, el problema es la protección de esa innovación, sobre esto sí que hay un gran desconocimiento”, asegura Patricia Salama, experta en patentes biotecnológicas de Elzaburu. El registro de patentes conlleva un riesgo, por eso la experta recomienda realizar un “exhaustivo análisis de patentibilidad” para ver si cumple requisitos como la novedad, la suficiencia en la descripción y la evaluación de la actividad inventiva, ya que no solo tiene que ser novedoso sino también mejorar lo que había antes.

Las invenciones biotecnológicas van en aumento en nuestro país, según fuentes de la Organización Internacional de la Propiedad Intelectual (OMPI). Si en el año 2006 se presentaban 33.554 solicitudes de patentes, en 2016 fueron 55.479. La gran mayoría se dan en el sector farmacéutico. Se pueden patentar moléculas, proteínas y sus secuencias, plantas, animales, células humanas, fármacos, procesos de obtención, dispositivos médicos, e incluso tests de diagnósticos.

Ion Arocena, Director General de la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO), aplaude la nueva ley, pero recuerda la necesidad de que “los marcos legales sean estables sobre todo en estos tiempos líquidos” para poder seguir hacia delante en el camino de la innovación.

Destaca que esto se debe a que los proyectos biotecnológicos pueden tardar años en dar frutos desde las primeras inversiones y a que la valoración de las empresas de este sector se apoya fuertemente en proyecciones de futuro: expectativas de ventas sobre la base de ventajas competitivas, que a su vez se construyen sobre patentes y secretos empresariales, esencialmente.

Por tanto, para Ion Arocena, un marco que permita realizar proyecciones sobre la base de un marco normativo estable facilitará mayores triunfos para el sector de la biotecnología en España.

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Redacción TICPymes

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