¿Alguna vez has visitado Amazon para comprar online y seguían en el carrito los artículos que dejaste ahí olvidados la anterior sesión? ¿Volviste a entrar en Gmail y tu sesión seguía iniciada? ¿Te has dado cuenta de cómo las historias que te recomienda Facebook cambian según haces clic en diferentes enlaces? Por supuesto, esas webs, como muchas otras, usan cookies para “acordarse” de ti y facilitarte las búsquedas, pero hay un precio a pagar: la privacidad.
Las cookies dan a la vida online un toque más agradable y humano. También ayudan a los especialistas en marketing a monitorizar tu actividad en la red y permite a los anunciantes dirigirse a los usuarios con mucha precisión. Según Kaspersky Lab, las cookies hacen que la vida sea más sencilla, pero no son un elemento 100% positivo.
Encontrar un equilibrio
¿Cómo gestionar las cookies para equilibrar las ventajas y la privacidad? Los expertos de Kaspersky Lab recomiendan empezar por distinguir entre: cookies de origen y cookies de terceros. Las cookies de origen no van más allá de su propia web (cuando sales de la web, ya no te sigue). También son suficientes para, en muchos casos, recordar tus preferencias en la web y mantener tu sesión iniciada de forma permanente.
Las cookies de terceros no están limitadas en ese sentido. Las de este tipo podrían ser de, por ejemplo, un anunciante que muestra anuncios en las webs que visitas. Saben que estuviste en Amazon.com comprando. Cuando visitas otra web, por ejemplo la de un periódico que tiene el mismo publicista, verás un anuncio sobre el mismo portátil que estabas viendo en Amazon. O verás lo último que compró tu pareja en Amazon.
Estos podrían ser aspectos “poco” molestos de las cookies de terceros, pero no olvidemos que la información no desaparece, sino que se acumula para formar una imagen completa del usuario que las entidades utilizan para sacar provecho. Dichas entidades no tienen ningún motivo para querer proteger tu imagen.
También debemos diferenciar las cookies de sesión de las cookies persistentes. Las cookies de sesión, por ejemplo, navegan por la web. Configuran un sitio y sus páginas para que aparezcan en el idioma que has elegido. Si vuelves a visitarlas mañana, puede que debas volver a establecer la preferencia. Cuando cierras el navegador, las cookies de sesión se borran. Las cookies persistentes viven en tu ordenador y permanecen hasta que caducan o las borran. Lo más importante es saber cómo controlarlas. Puedes gestionarlas desde los ajustes de tu navegador. En este caso, controlar significa borrar. Puedes borrarlas de vez en cuando desde el historial de tu navegador o configurarlo para que se gestione automáticamente.
Control de cookies en Google Chrome
Haz clic en el menú desplegable de la parte superior derecha y selecciona Configuración ?
Mostrar configuración avanzada ? Configuración de contenido.
En la sección Cookies, elige Conservar datos locales solo hasta que salgas del navegador.
Control de cookies en Mozilla Firefox
Haz clic en el menú de la esquina superior derecha y selecciona Opciones.
Elige Privacidad en el panel izquierdo.
Dentro de Historial, selecciona Usar una configuración personalizada para el historial del menú desplegable, luego selecciona Nunca en la opción Aceptar las cookies de terceras partes.
Luego establece Mantener hasta que con la opción cierre Firefox.
En Internet Explorer
Haz clic en el menú desplegable de la esquina superior derecha y selecciona Opciones de Internet…
En la pestaña Privacidad, haz clic en Avanzada.
Marca la casilla Sustituir la gestión automática de cookies.
Elige Bloquear para las Cookies de terceros y pulsa la casilla Activar siempre las cookies de sesión.
Consejos
Como en casi todo lo que tiene que ver con Internet y con la navegación por la Red, seguir una serie de sencillos consejos puede ayudarnos a estar a salvo de los ciberdelincuentes:
1. Limpiar o eliminar las cookies. Nada tan sencillo como eliminar el historial de navegación y las cookies al acabar la sesión. Sin embargo, si somos olvidadizos o perezosos, existen soluciones que, previamente configuradas, pueden hacerlo por nosotros.
2. Modificar los ajustes del navegador de tal manera que tengas el control sobre la información que rastrean las cookies. Accede a los ajustes de privacidad de tu navegador y configura sus opciones. Por ejemplo, Firefox y Safari ofrecen un mayor control sobre esa información.
3. Usar los Add-Ons. Utilizando esta herramienta del navegador podremos gestionar las cookies de manera más específica e, incluso, activar sólo aquellas con las que queramos compartir nuestra información online.
4. Compartir con moderación. Como en casi todo lo que ocurre en Internet y en la vida cotidiana, el sentido común es nuestro mejor aliado. Es conveniente no introducir datos personales en sitios donde las cookies puedan almacenarlos y hay que recordar siempre no dejar abierta ninguna cuenta o sesión.
5. Protegerse. Tener instalada una buena solución de seguridad, como Kaspersky Internet Security Multi-Device, es la última defensa ante cualquier ataque y nos permitirá tener el control de nuestra privacidad.
Algo que debemos destacar: cuando borres tus cookies, desactivarás cualquier casilla del tipo “recuérdame” que hayas activado (incluidas las que guardan los inicios de sesión de las webs con el doble factor de autenticación). Este es el precio de la privacidad.