Construyamos la Libertad: Real, Virtual pero Libertad

Eire Girona. Community Manager en IOMarketing.

Publicado el 14 Nov 2011

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Hoy como todas las mañanas ojeando las noticias, de entre todas ellas una en particular, me hizo dibujar una sonrisa.

Se celebrará el 125 aniversario de una de las grandes damas de la historia. Esa dama que encarna a la diosa romana Libertas y que con sus grandes dimensiones y esa cadena rota en sus pies nos anuncia que ella es y será la Estatua de la libertad.
Y nosotros, pobres mortales, desde su ofrenda del pueblo francés al americano, por el centenario de su declaración de independencia, la observamos, la admiramos y porqué no confesarlo: la envidiamos. Porque ella es la estatua de la libertad, pero nosotros tan solo estáticos sin libertad.
Ya sé lo que estáis pensando. Que no es verdad, que todos y cada uno de nosotros somos muy libres y gozamos de esa libertad a diario. Ahora yo os pregunto: ¿Seguro? ¿Realmente, qué es la libertad? ¿Gozáis plenamente del sabor de esa libertad?
El ser humano siempre será esclavo de alguna cadena, o imaginarias o reales: la libertad plena de un ser, en sí mismo, es una batalla inagotable.
Llevando esa libertad a nuestros días, y en varias facetas de la vida cotidiana nos encontramos que disponemos de un mundo pleno, material, rico en artefactos y medios para comunicarnos, pero ese juego de espejos y variedades sólo refleja que estamos vedados y solos, y por lo tanto coartados de libertad.
Miles de nosotros al abrir nuestra mágica pagina de nuestra red social sonreímos al comprobar que se han aumentado nuestros “amigos y seguidores”¿Pero para qué? Si realmente nuestros comentarios, preocupaciones actuales, personales o mundanas, tan sólo son relevantes con “Un me gusta”. De qué nos sirve un campo pleno de flores si no podemos compartirlas. ¿Por comodidad, vergüenza o prisas?
Y un día, sin más, nuestra libertad es ignorada, y al abrir nuestra página de Facebook vemos una imagen de nosotros mismos, que ni pusimos, ni dimos la autorización de ser expuesta. Pero claro, el amigo de un amigo que conocía a un amigo la colgó en su muro y sin dudarlo quiere compartirla. Desconociendo a la mayoría de personas que salen en aquella foto.
Y cuando todo está en calma y crees que disfrutarás un día de comunicación agradable, las peticiones bloquean tu ordenador, y los mejores de los mejores en los juegos, te mandan la comanda de pedido; Que si un saco de trigo, ojos mágicos de Tanzania, tres osos y un sapo y suma y sigue. Y es en esos momentos donde realmente añoras los juegos reunidos. Porque por aquellos tiempos, sí que se jugaba reunido, y no salías a profanar la libertad del vecino para pedirle la ficha roja y ganar puntos.
Un mundo que se abrió ante nosotros, para compartir, dialogar y abrir fronteras nos convierte en presos sin libertad, pero eso sí, con un mundo de “me gusta”.
Diálogo: piedra angular de la libertad, donde exponer y recibir diferentes modos de pensamiento.
Ser libre no es subirnos en nuestros coches y perdernos de las contaminadas ciudades; es respetar el camino que andamos, es tolerar a quienes comparten ese camino. ¿Por qué si somos tan libres no comprendemos que tenemos que saber respetar?
Ejemplos cotidianos que contemplo más de lo que me gustaría en trasportes públicos, colas de grandes superficies, o simplemente caminando o al entrar en las redes sociales. Como en ese juego de “Tu Ciudad en el cielo”. Donde el mismo título nos induce al compañerismo, colaboración, etc. Pero claro, eso es un juego virtual que nada tiene que ver con la realidad. ¿Por qué creernos que nuestras prioridades son las más urgentes, y que por ello podemos gozar de un derecho adquirido que nos hemos otorgado por guapos? Aparcar en aquellos lugares donde supuestamente están reservados únicamente para personas que no gozan de una salud de hierro como nosotros y que sin esa plaza libre, les podemos causar más de un problema de desplazamiento. Pero creo que para no levantar ampollas esto lo dejaremos aquí. ¿Para qué queremos una ciudad en el cielo si no sabemos vivir en la tierra?
Gozamos de esta libertad que nos ofrece las redes o este mundo virtual. Un mundo conocido por todos y usado por la gran mayoría. Pero no caigamos en los errores que arrastramos en la realidad de nuestras vidas cotidianas. Y marquémonos esas reglas de ética y respeto.
Es una herramienta genial, para darnos a conocer, vender nuestros productos y ser conocidos por una inmensidad de perfiles. Mostrarnos tal y cual somos sin atropellar, respetuosos sabiendo que seremos respetados. No nos empeñemos en ser maquinas aburridas y molestas. Y destrocemos esa libertad que nos ofrece el mundo de las redes, y comencemos a compartir para crecer.
Libertad: Respeto y comprensión
Y como no hay dos sin tres, expondremos el tercer punto. Esa impulsiva manía de vivir sin dejar vivir a los demás. Me explicaré: sufrimos esa añeja enfermedad de vivir la vida del prójimo sin ver el gran leño en nuestro ojo.
Como somos libres podemos y debemos juzgar, implantar, dirigir y organizar la vida de nuestros semejantes. Pero eso sí, que nosotros no estemos en esa tela de juicio.
Podemos y debemos increpar, criticar, hacer la existencia imposible a todo aquel que no piense como nosotros, que no actué, no ame, y no viva bajo nuestras reglas establecidas porque nos resulta más fácil difamar al prójimo que evolucionar y crecer.
Aunque en nuestra era nos creamos la generación humana más tecnológicamente preparada, la más instruida y leída, la más preparada… seguimos siendo estatuas sin libertad.

Libertad: Vivir dejando vivir, porque nuestra libertad termina cuando empiezan la de los demás.
Y cerrando el periódico un pensamiento le dedico a Alexander Gustave Eiffel: “Quizá aun no entendimos muy bien el auténtico volumen de la libertad aunque sus dimensiones nos hagan estremecer”

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Redacción TICPymes

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