Hace dos años que Jack Dorsey, el consejero delegado de Twitter, anunció que iba a tomar medidas para controlar la difusión del discurso de odio, el acoso, las noticias falsas y las teorías de conspiración. La red ya ha promovido algunas medidas como ocultar las respuestas de los tuits, y este mes de marzo ha endurecido sus reglas contra las conductas de odio. Hoy se prohíbe el lenguaje que deshumanice por edad, religión, discapacidad o enfermedad. Según Twitter, el lenguaje deshumanizanteaumenta los riesgos de los daños fuera de internet, tal y como afirman algunas investigaciones. “Los insultos, las vejaciones y demás comportamientos de este tipo impactan en la calidad de las interacciones y pueden generar que los usuarios migren a otros entornos de comunicación donde se encuentren más seguros”, advierte Sílvia Martínez, directora del máster de Social Media: Gestión y Estrategia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Según el informe de redes sociales 2020 de The Social Media Family, en Twitter, durante el año 2019, solo el 23,54 % de los perfiles ha contribuido a la red social con sus mensajes durante los dos últimos meses, frente al 76,45 % de los perfiles inactivos.
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¿Por qué en Twitter se dan este tipo de conversaciones tóxicas?
A diferencia de muchas de sus competidoras como Instagram, el “ambiente y el desarrollo de roles es bastante diferente”. “En general, las plataformas audiovisuales tienen un carácter más amable que las textuales, y aunque Twitter ha integrado los contenidos audiovisuales a marchas forzadas durante estos últimos años, nació como una red social eminentemente textual y eso es algo que imprime cierto carácter”, afirma Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. Los expertos Ferran Lalueza y Sílvia Martínez, ambos profesores de la UOC, ofrecen a continuación algunas razones para explicar la toxicidad de esta red.
- La limitación de extensión en sus publicaciones: aunque es uno de los elementos diferenciadores de esta plataforma desde su creación, «hace que los mensajes difundidos por medio de ella tiendan a la simplificación y al maniqueísmo que excluye los matices, lo cual a su vez lleva a la polarización y a un enfrentamiento muy radicalizado», afirma Lalueza.
- La ubicuidad lleva a la inmediatez y a menudo a la irracionalidad: Twitter fue la primera red social mainstream concebida ya originariamente para ser empleada en dispositivos móviles, y «la ubicuidad conlleva inmediatez, cosa que a menudo propicia las intervenciones irreflexivas, viscerales y carentes de toda empatía», considera Lalueza. En la misma línea, Martínez afirma que la inmediatez y la generación de respuestas instantáneas llevan aparejado el desarrollo del componente más emocional o irracional, y el hecho de que estos mensajes de odio puedan ser secundados por otros usuarios puede incrementar este tipo de comportamientos no deseados.
- El efecto llamada: «si en una plataforma abundan los trols y los odiadores ohaters, los amantes del conflicto y del acoso se sienten en su salsa mientras que quienes detestan el discurso del odio y el malrollismo acaban abandonando la red por puro hartazgo, lo cual provoca que el porcentaje de usuarios tóxicos respecto al total de usuarios aumente sustancialmente», afirma Lalueza.
- Efecto espiral hacia la transgresión: «las redes sociales generan una especie de efecto espiral fruto de la saturación por el que uno debe ser cada vez más transgresor para generar la misma atención», explica Lalueza, que añade que «esto provoca que los rasgos inherentes a Twitter que de algún modo ya podían propiciar la presencia de discursos tóxicos se hayan acentuado con mucha rapidez».
- El anonimato de Twitter: esta red ha sido tradicionalmente más permisiva que otras redes a la hora de censurar determinados contenidos y de verificar la identidad de los usuarios, lo que ha dado alas a las malas prácticas de aquellos usuarios que se escudan en la tolerancia mal entendida y en el anonimato para campar a sus anchas en esta plataforma. Los perfiles verificados este 2019 han caído un 6,6 % respecto al año 2018, según el informe de The Social Media Family.
Las mujeres y las minorías, dianas de la toxicidad de Twitter
Esta toxicidad se ceba sobre todo con las mujeres y las minorías. El estudio Troll Patrol de Amnistía Internacional afirmó que se enviaba un tuit abusivo a una mujer aproximadamente cada 30 segundos, y de los 14,5 millones de tuits que mencionaban a las mujeres, 1,1 millones eran abusivos o problemáticos. “En general, en redes sociales las mujeres son acosadas en un porcentaje significativamente mayor al de los hombres”, afirma Lalueza. El informe, publicado en 2018, analizó a 778 mujeres periodistas y políticas en los Estados Unidos y el Reino Unido, y descubrió que el 7,1 % de los tuits que se les enviaron fueron abusivos o problemáticos. Periodistas y políticas recibieron abusos en niveles similares. Las mujeres de color en el estudio tenían un 34 % más de probabilidades de ser objeto de acoso que las mujeres blancas. “La cuestión de género se presenta como un tema sensible y objeto de ataque para el llamado discurso del odio, sobre todo porque Twitter ha servido como canal de reivindicación y de visibilización y ha sido empleada también por iniciativas de activismo social entre las que se encuentra el feminismo”, explica Martínez.
Esconder respuestas no rebaja el nivel de toxicidad
Ante este escenario, la compañía ha intentado implementar algunas medidas de control para reducir la toxicidad como la opción de esconder respuestas de sus tuits. “Esconder las respuestas” es una aproximación de la plataforma a conversaciones más sanas. “Esta medida puede minimizar el ruido que se genera en una conversación o el hecho de que se secunden ciertos comportamientos, si bien tiene un alcance restringido en tanto que puede seguir accesible”, afirma Martínez. Según la propia plataforma, en Canadá, donde inicialmente se probó la función, el 27 % de las personas dijo que “reconsideraría cómo interactuaría con otros en el futuro” después de recibir un aviso de que sus respuestas habían sido ocultadas por el tuitero original.
Para Lalueza, la medida tiene doble cara y poco recorrido; considera que no llegará a tener un impacto significativo en la reducción de la toxicidad de ciertos contenidos. “Es simplemente una opción intermedia entre bloquear a un usuario o denunciar un contenido, en un extremo, y aceptar cualquier comentario por más que nos desagrade, en el otro”, y además añade que “el autor del tuit con esta medida muestra cierta vulnerabilidad porque deberá explicitar qué le desagrada, y después cualquiera podrá rastrear esos mensajes ocultados para extraer patrones de actuación y sacar conclusiones”.