La situación actual en Europa ha llevado a muchos expertos a hablar de la llegada del otoño y el invierno como una época muy oscura para las economías de la zona. Las consecuencias derivadas de fenómenos como la inflación, la guerra de Ucrania y Rusia o bien situaciones políticas y económicas específicas en países como Italia o Alemania, auguran la llegada de un periodo con poder para acabar con la tendencia de recuperación que algunas economías estaban teniendo después de la pandemia, como es el caso de la española. Si bien estas previsiones pueden producir alteraciones, “son especulaciones, ya que nadie puede predecir lo que sucederá”, tal y como afirma la profesora de Control de Gestión en TBS Education – Barcelona, Wafa Khlif. Khlif asegura que “el problema no es la inflación ni la actual guerra en Ucrania. Estos elementos cíclicos sólo apuntan a mecanismos estructurales que ya no son sostenibles”.
Por lo que se refiere a la inflación, el Índice de Precios al Consumo (IPC), que permite observar los aumentos que se producen en el coste de vida en un lugar concreto, ha sido de un 10,4% este pasado mes de agosto, según datos expuestos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que, además, ha destacado “el aumento de los precios, entre otros, de la electricidad, alimentación, restauración y paquetes turísticos”. Esta situación se está viendo agravada, fruto de la guerra de Ucrania y Rusia, que también ha incitado a especuladores de comprar en masas para crear unas carencias y entonces a la compra de bienes debido al miedo a una posible falta de suministros.
No obstante, como ya ha afirmado Khlif, el problema no recae específicamente en esta inflación, sino en un sistema que tiende a la inestabilidad. Según Khlif de TBS Education – Barcelona, “la inflación se puede regular” y es lo que están haciendo los bancos centrales nacionales y regionales. El problema no se explica, por tanto, en la situación actual, sino en un sistema que provoca constantes baches a los que es difícil adaptarse. La experta en pymes, hostelería y globalización sitúa el origen del problema en el actual marco capitalista y su versión neoliberal actual: “la sociedad tiene un pensamiento fuera de la realidad, una obsesión por lo cuantitativo y una negación de los límites”.
Pese a todo, algunas fuentes prevén un descenso de esta inflación. Según el centro de análisis e investigación económica y social Funcas, la previsión de inflación para este mes de septiembre será del 9,6%, mientras que la de octubre y noviembre será del 8,8% y la de diciembre, de un 7,9%. Además de la inflación, la guerra de Ucrania y Rusia trae también consigo una posible crisis energética, que se explica, además de por una demanda que no
puede ser cubierta, por la reducción de suministro que está haciendo Gazprom, que es la principal productora mundial de gas natural. Su reciente amenaza con cortar el gas puede significar diferentes consecuencias en función del país. En general, implicaría un aumento de la inflación y modificaciones en las políticas del Banco Central Europeo (BCE), hecho que podría alterar negativamente el crecimiento de la economía española. Es probable que se den situaciones como una bajada del consumo (fruto del elevado coste de los bienes) y aumento del desempleo, fenómeno que se asocia tradicionalmente a una mayor inflación.
Las economías, por tanto, se enfrentan a grandes desafíos durante estos meses de otoño e invierno como consecuencia de un sistema capitalista feroz cuya aplicación a las economías y la sociedad ha comportado en numerosas ocasiones una inestabilidad clara. En este sentido, TBS Education – Barcelona ha expuesto algunos de los retos que hará falta afrontar y algunos de los cambios que los distintos países deben repensar con tal de remar hacia un sistema más sostenible.
Retos y soluciones
Una de las principales dificultades es la crisis energética, que afectará en mayor o menor grado a cada país y en función de las dependencias de recursos que estos tengan. La solución para esta situación, es, tal y como expone TBSEducation – Barcelona , acelerar la transición hacia las renovables al mismo tiempo bajar colectivamente el consumo, principalmente grandes empresas y administraciones. Construir un sistema propio de energías renovables que permita prescindir de los combustibles fósiles provenientes de otros países sería crucial para evitar el impacto que un corte como el de Gazprom podría conllevar. A corto plazo, Europa baraja otras alternativas como, por ejemplo, rediseñar la forma en la que se calcula el precio de la electricidad de tal forma que se prescinda del gas. En el caso de la inflación, algunas de las soluciones tradicionales que se plantean son la reducción de impuestos y la reducción del gasto público (es decir, aquel que la Administración destina a satisfacer las necesidades de la población), hecho que puede afectar al nivel de empleo, pero por consecuencia, puede reducir el nivel de consumo y, por tanto, bajar el precio de los bienes.
Si bien estas decisiones pueden contribuir a la mejora de la situación a corto plazo, la solución real, según expone Khlif de TBS Education – Barcelona, pasa por “repensar el modelo en el que las economías se organizan”. Esto implica la unión de fuerzas entre los distintos países con tal de “entender que el trabajo debe recuperar su centralidad en una nueva concepción de la economía, que sea contributiva y no competitiva”, tal y como afirma Khlif. Por otra parte, es crucial que el sector político se mantenga activo y tenga las capacidades necesarias para atender a las necesidades sociales y económicas reales. “Las derechas y las izquierdas se confunden ahora porque piensan los dos en el mismo marco neoliberal. Se necesita otra política más centrada en pensar los asuntos socio-económicos dentro de los límites del planeta con la identidad del ser vivo (y no únicamente humano). En este marco, el crecimiento tendrá otra definición que el aumento del PIB”, cierra.