Si bien los aportes de esta ciencia para el avance de cualquier país son vitales, en Argentina y el mundo la participación femenina en el rubro sigue siendo un desafío. En Mendoza, la oferta universitaria es amplia y, aunque cada año miles de personas aspiran a ingresar a alguna de las carreras de ingeniería, estadísticamente siguen siendo más los hombres quienes finalmente ingresan a las facultades y obtienen un título.
En el ciclo 2022, de los 2.124 aspirantes inscriptos a las carreras de Ingeniería de la Universidad Tecnológica Nacional Regional Mendoza, 495 eran mujeres, mientras que de los 672 alumnos que ingresaron finalmente a la carrera, solo 143 son mujeres.
En la carrera de Ingeniería en Sistemas de Información, una de las más demandadas a nivel mundial, los números son aún más finos: 1.118 estudiantes se inscribieron, de los cuales 234 son mujeres y de ellas entraron 62. En los últimos cinco años, solo 33 mujeres recibieron su título en esa especialidad.
“Hace 30 años, cuando yo era estudiante, éramos pocas las mujeres en el rubro. Hoy, sigue siendo así: solo un 20% de mis estudiantes son mujeres. Para entender esta situación, analicemos la construcción de estereotipos de género desde la niñez, donde suele decirse que los niños son mejores en matemática o que las ciencias e ingenierías son carreras masculinas. De esa manera inconsciente, alejamos a las mujeres de la informática”, explica Marisa Haderne, profesora de Ciencias de la Computación de la Universidad Nacional de Cuyo acerca de por qué tan pocas jóvenes eligen esta profesión.
En Wakapi, una empresa mendocina con 16 años de trayectoria brindando soluciones de software al mundo, hay ingenieras ocupando diferentes puestos de relevancia, al tiempo que se implementan planes de beneficios personalizados para el segmento.
Paula Salinas es ingeniera en Sistemas de Información y trabaja en Wakapi desde hace 8 años. Inició su carrera en la empresa como programadora en el proyecto de un cliente canadiense, para luego sumarse al equipo que desarrolla soluciones para la cadena de comida rápida Subway. Tras 20 años de trayectoria, Paula ocupa actualmente la posición de arquitecta de software, uno de los puestos técnicos más altos al que puede aspirarse en esta industria.
“Mi experiencia en Wakapi me permitió trabajar y conocer a profesionales de varios países, así como nuevas metodologías de trabajo y tecnologías. Después de tantos años de carrera, ocupando posiciones directamente ligadas al desarrollo de software, sentía la necesidad de brindar mi experiencia y conocimientos desde un rol más transversal a proyectos y equipos. Lo manifesté y me dieron la oportunidad de desempeñarme como arquitecta de software, lo cual implicó un gran desafío y crecimiento profesional que valoro mucho”, cuenta Salinas.
“Elijo trabajar en Wakapi porque su cultura y flexibilidad me permiten equilibrar mi vida personal, familiar y profesional. Me motiva tener la libertad y confianza en el desempeño de mis funciones y, principalmente, el clima de compañerismo. A lo largo de mi carrera, encontré mujeres muy valiosas en los distintos grupos, que resultan de gran inspiración para las próximas generaciones”, indica la ingeniera.
En cuanto al diferencial que aportan las mujeres a las ingenierías, hay consenso sobre la importancia de fomentar la diversidad para generar así experiencias laborales más enriquecedoras. Siguiendo esa línea, Nancy Lorenzo, quien es ingeniera en Sistemas de Información y referente de la UTN Mendoza, concluye: “La mujer aporta un diferencial a nivel comunicacional, organizativo y metodológico. Es una gran orquestadora de tareas en los equipos de trabajos, facilitadora y mediadora a fin de conseguir los objetivos propuestos”.
