Amazon criticaba hace poco “las elevadas comisiones que cobra Visa por procesar las transacciones con tarjeta de crédito”, y anunciaba que en 2022 dejará de aceptar los pagos con Visa en Reino Unido. Al margen de si en última instancia, Visa accede a rebajar sus comisiones y continúan trabajando juntos, y aunque está claro que hay múltiples factores detrás de esta decisión, Amazon ya retiró recientemente las tarjetas Visa en Australia y Singapur, por lo que esto no puede verse de forma aislada en un solo mercado.
Y es quela postura de la compañía refleja una realidad innegable: las tarjetas han alcanzado su fecha de caducidad en un mundo de pagos instantáneos y comercio sin fronteras. Si un gigante como Amazon se muestra tajante con los excesivos costes asociados a los pagos con tarjeta, la situación para la gran mayoría de pequeños y medianos comercios es aún más compleja: la mayoría siguen viéndose perjudicados por las crecientes comisiones de las redes de tarjetas, que aumentan los costes de las transacciones y afectan directamente a sus ingresos.
Lo cierto es que las tarjetas no se crearon para el comercio online. Durante años, se fueron incorporando a los sistemas de pagos online, creando una red invisible de costes ocultos y estructuras difíciles de manejar. Este coste procede de las tasas de procesamiento y del elevado número de reembolsos asociados al creciente volumen de devoluciones, así como del mayor riesgo de fraude.
La ineficacia de las tarjetas como método de pago digital también afecta de forma considerable a la experiencia del cliente. ¿Cuántas veces has intentado hacer una compra en algún comercio online y has tenido problemas porque la tarjeta no era aceptada, por haber metido mal alguna de las cifras o por un bloqueo por posible fraude? La implantación del sistema de autenticación segura de clientes (SCA), diseñado para combatir el fraude con tarjetas, y que entró en vigor en la UE el 31 de diciembre del 2020, contribuyó en parte a entorpecer la experiencia de usuario, y en la actualidad el riesgo de que el cliente abandone el proceso de compra es alto y tiene un gran impacto final en el negocio de los comerciantes. Según nuestros propios análisis, los consumidores deben realizar en ocasiones hasta 10 pasos para completar una compra online. Algunos estudios sugieren que la conversión de los pagos con tarjeta puede reducirse hasta el 30% debido a esta experiencia negativa al realizar el pago.
Por todo ello, la mayoría de comercios, incluido Amazon, están buscando métodos de pago alternativos que sean “nativos digitales”. Y entre las soluciones, muchos están considerando la banca abierta, que ofrece pagos instantáneos de banco a banco. Esto significa que se puede mover el dinero, de forma segura y cómoda, al tiempo que se ofrece una experiencia de usuario mucho mejor. Para los comercios, ofrece una media de un 20% más de conversión que las tarjetas, y mayores tasas de éxito, lo que puede equivaler a millones o incluso cientos de millones en ingresos anuales para las empresas. Dado que la banca abierta crea una conexión directa con el banco del usuario, las transacciones se verifican mediante la identificación facial o la huella dactilar en un dispositivo móvil, por lo que son compatibles por su propio diseño con la SCA.
La banca abierta está diseñada para integrarse de forma natural en las nuevas formas de comprar y consumir, y por ello estamos convencidos de que, a medida que los pagos de banca abierta siguen creciendo, veremos cada vez más empresas de comercio online los incorporan a sus métodos de pago, beneficiando en última instancia al consumidor final, que podrá acceder al método de pago más rápido, seguro y sencillo que existe.