El parte meteorológico predice cloud computing

Mª José Mayordomo, Key Account Manager de HCM de Talentia Software.

Publicado el 14 Sep 2015

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La Nube no es una moda pasajera, viene para quedarse. Es un nuevo hito en la forma de consumir tecnologías de la información, una evolución de los tradicionales aplicativos que antes exigían compra masiva de licencias para aquilatar su precio, aunque después no se usaran todas o, de repente, sobrasen la mitad por “ajustes de plantilla”, sin olvidar los parches cada cierto tiempo para corregir errores con actualizaciones periódicas y los cambios de versión con funcionalidades añadidas.

A todo ello, por supuesto, había que añadir el gasto en equipos y servidores que alojasen y desplegasen el producto a lo largo de la compañía, máquina a máquina, más el personal dedicado a velar por su integridad, funcionamiento, mantenimiento y seguridad. Y todo ello, al margen de la calidad del software en sí, que es de lo único que se tendría que preocupar un responsable de departamento, verificar que funcione de manera óptima, y punto.

Es cierto que aún existen reparos para llevar a la nube ciertos datos vitales, por su custodia y seguridad (financieros, personales, prototipos y core business). O no sea el momento más oportuno de hacer un cambio radical en la manera de trabajar y los interfaces de usuario, eligiendo una solución escalonada. O simplemente porque aún no se haya completado el plan de amortización presupuestado.

La Nube nos libera de todas estas preocupaciones de un plumazo. Cada vez hay más opciones para elegir el programa que mejor se ajuste a las necesidades actuales de cada organización, en un amplio abanico de campos: recursos humanos, compras, logística, contabilidad, finanzas, almacenamiento, bases de datos, etc. Y, lo más novedoso, se adquiere en plan autoservicio, tan fácil como contratar la luz o el teléfono, y del mismo modo, se paga en función del consumo mensual que se haga, a menudo tan sencillo como multiplicar euros por usuario, sin tener que efectuar un gran desembolso inicial.

Todo ello permite ajustarse a las necesidades reales presentes, optimizando los recursos, y transformando gastos fijos en variables, eliminando incertidumbre y asegurándose su empleo sin riesgos de obsolescencia, sobredimensionamiento o desactualización. Mes a mes, se pueden añadir módulos, dar de alta nuevos usuarios… ¡Hasta cambiar de proveedor! Para un particular o una pyme puede parecer un lujo al principio, pero haciendo números, a medio y largo plazo sale a cuenta. Y para una multinacional con diversas delegaciones y países, esta opción ya es habitual en su funcionamiento.

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Redacción TICPymes

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