En ocasiones, el miedo al cambio, el desconocimiento o las ideas preconcebidas sobre la complejidad de la integración digital, impiden a las empresas emprender el camino hacia la digitalización. Además, las pequeñas y medianas empresas, que constituyen la espina dorsal de la economía española, a menudo cuentan con recursos financieros y humanos limitados que les impiden invertir en infraestructuras digitales costosas o dedicar tiempo a una formación exhaustiva, lo que lastra su competitividad.
Y es una lástima, porque la digitalización permite a las empresas, entre otras cosas, automatizar tareas manuales, ahorrando tiempo y reduciendo el riesgo de errores o retrasos en los pagos. Además de aumentar el control sobre la economía de la empresa y favorecer una buena rentabilidad.
Sabedoras de estas ventajas, las pymes buscan la forma de no quedarse atrás. De hecho, según el Manual del director financiero para 2024 de Pleo, el 80% de las pymes ya está llevando a cabo algún proceso de transformación digital. Y el 40% asegura que haber notado un impacto positivo en la empresa.
No obstante, muchas de ellas reconocen que no están en el nivel de digitalización que desearían. Únicamente el 46% dice encontrarse en un nivel tecnológico adecuado y evolucionando a un ritmo correcto. Y es que, por extraño que parezca, la digitalización no está entre sus prioridades, y debería, pues, no solo conlleva múltiples ventajas, sino que además es un factor clave que determinará su supervivencia.
Porque la digitalización ha dejado de ser una cuestión de comodidad o eficiencia para convertirse en una necesidad. Las últimas iniciativas gubernamentales destinadas a promover la integración digital, perseguir el fraude y la morosidad, así lo demuestran.
La facturación electrónica
Pensemos, por ejemplo, en la facturación electrónica. La Ley Crea y Crece aprobada en septiembre de 2022 establece, entre otras cosas, la obligatoriedad de la factura electrónica entre empresas, pero la realidad es que según nuestros datos el 55% de los empresarios españoles sigue anclado en procesos de gestión de facturas anticuados, dependientes de procesos manuales y propensos a errores. Por ejemplo, el 94% de los equipos de finanzas reconoce haber recibido al menos una vez facturas duplicadas y el 31% haber pagado accidentalmente la misma factura dos veces. Situaciones comunes, pero evitables con la solución de gestión de gastos adecuada.
Si bien es cierto que el texto del proyecto de Real Decreto de desarrollo de la ley aún está pendiente de aprobación y publicación, no podemos dormirnos en los laureles. Implantar las herramientas adecuadas supondrá un cambio en la cultura empresarial. Por experiencia sabemos que estos cambios suelen ser lentos, a muchas empresas les cuesta abandonar procesos anticuados de gestión de facturas, aunque les resulten contraproducentes, por lo que anticiparse a lo que viene será clave. Cuanto antes empiecen las empresas a optimizar y digitalizar sus procesos, más fácil les resultará adaptarse a la nueva normativa cuando entre en vigor y preparar su negocio para el futuro.
Una normativa que tiene a las pymes tan esperanzadas como perdidas. Según el último estudio, el 68% de las pymes confía en que la factura electrónica supondrá un ahorro de recursos y tiempo y actuará como catalizador de la digitalización de sus negocios. Sin embargo, apenas la mitad (57%) asegura conocer la nueva ley y cómo afectará a su negocio.
Además, al 48% le preocupa la cantidad de formación sobre facturación electrónica que necesitarán los equipos. Un problema que también puede simplificarse con la tecnología adecuada. Por eso es tan importante iniciar el proceso de digitalización cuanto antes, para que la transición del papel a lo digital sea lo más liviano posible.
Debemos ver la facturación electrónica no solo como una obligación a futuro, sino como una oportunidad para simplificar recursos, ahorrar tiempo y reducir el presupuesto. Para los que siempre vemos el vaso medio lleno, la factura electrónica es la oportunidad perfecta para mejorar la transformación digital de la empresa y mejorar la eficiencia del equipo de finanzas.