Imagina que has invertido cientos de euros en una campaña de marketing digital y, meses después, no ves ningún aumento significativo en tus ventas. Lamentablemente, esta es una realidad que han vivido en sus propias carnes muchas pymes. Normal que se sientan frustradas con los resultados obtenidos y que acaben desconfiando del marketing ¿Por qué ocurre esto? La respuesta es simple: para las agencias, es mucho más sencillo crear estrategias genéricas para presupuestos ajustados, pero eso no funciona.
Las medianas empresas necesitan un enfoque personalizado y orientado a resultados para alcanzar sus objetivos. Porque cada sector tiene sus particularidades, más allá de ciertas palabras claves o estimaciones presupuestarias y entenderlas es crucial para crear estrategias que funcionen desde el primer minuto.
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Un copiloto que nos haga conducir por el buen camino
El fin de una empresa, sea del tamaño que sea, es crecer. Hacer que su producto o servicio llegue cada vez a más gente, convertir y fidelizar más. En el caso de la mediana empresa, antes de contratar servicios de marketing digital o de growth para acelerar ese crecimiento es imperativo definir bien qué necesitan, si lo necesitan y si pueden acceder a ello con sus recursos. Por eso, es clave encontrar a ese partner que sea capaz de responder a estas cuestiones con total sinceridad.
El primer paso siempre será analizar detalladamente tu situación: qué capacidad de inversión tienes, qué parte de tu negocio digital quieres hacer crecer, hacia dónde y quién está orientado tu producto o servicio, ¿es el público adecuado?, qué pasos has dado previamente. Todo esto para trazar un camino en el que sepamos qué canales atacar y a través de qué vías.
Este análisis previo ya implica personalización, el primer paso para realizar un traje a medida que realmente tenga un impacto en tu negocio digital. Cuando fundamos COPiLOT agency, y por nuestra experiencia previa trabajando para grandes agencias de marketing, sabíamos que este aspecto, el del detalle y la sinceridad, era fundamental para una mediana empresa a la que se le ha estado dando un servicio que no atendía a sus necesidades reales.
Un menú corto pero con fiabilidad
Cuando vamos a un restaurante y observamos una carta infinita, lo más lógico es que desconfiemos. En un mercado como el del marketing digital en el que cada vez existen más herramientas, sucede lo mismo. Por lo tanto, la confiabilidad que la agencia sea capaz de transmitir será crucial.
En nuestro caso, teníamos clara la receta para generar confianza. En primer lugar, un servicio muy específico basado en tres patas: la adquisición de tráfico cualificado a través de los canales que tengan sentido para el negocio, la analítica digital sumada a la optimización orientada a la conversión para saber qué genera frustración en los usuarios y el email marketing para conseguir fidelización y compras recurrentes.
En segundo lugar, definirnos como una agencia boutique. Somos un staff muy pequeño, pero con un conocimiento muy elevado sobre lo que hacemos. Para mantener este compromiso, hemos decidido no contar en nuestro equipo con perfiles junior o de bajo expertise.
Y, en tercer lugar, ser siempre honestos. Lo hacemos con el tipo de cliente que buscamos: mediana empresa con tracción y madurez digital media-baja, la metodología que utilizamos: aportar datos relevantes en cada momento para observar con el cliente el impacto de las campañas y tomar decisiones bien informadas, y el discurso que tenemos. Somos transparentes: si no podemos hacer nada más por ti, te lo vamos a decir.
Emprender para comprender
En mi caso he podido conocer las particularidades del negocio digital desde dos frentes distintos. He trabajado para grandes agencias como Good Rebels, pero mi naturaleza siempre ha sido emprendedora. Por ejemplo, en 2017 lancé Café Leather, una marca de moda premium nativa digital que diseña prendas y accesorios con productos vegetales. En aquella época ser un player 100% online no era muy habitual y tampoco aquello del “vegan friendly”. Sin embargo, puedo decir que ha sido un éxito, ya que seguimos activos y tenemos presencia en Europa y Estados Unidos, de donde obtenemos el 80% de nuestra facturación.
No tan exitosa fue mi siguiente aventura. En 2020, en plena pandemia, pensé que la economía colaborativa podía tener muy buena aceptación, ya que no podíamos casi salir de casa y no sabíamos qué nuevos hábitos nos iba a traer la pandemia. Por eso, lancé Caseroo, un marketplace en el que literalmente podías pedirle unos macarrones caseros a tu vecino pagando por ello. La idea no fue mala, de hecho operando solo en Madrid se atendieron más de 6.000 pedidos bajo demanda, sirviendo a más de 4.000 clientes en menos de 16 meses. Pero, la vuelta a la normalidad hizo que poco a poco el negocio perdiera el sentido y en 2022 cerrábamos por falta de financiación. La otra cara del emprendimiento: arriesgar y perder.
Al igual que en el emprendimiento, en esto del crecimiento el factor riesgo está presente. Por eso, siempre es preferible ir de la mano de agencias que sean capaces de empatizar con la naturaleza de tu negocio desde un enfoque objetivo, como es el dato, y capacidad demostrada para impulsar el crecimiento en un entorno digital competitivo.