Nos enfrentamos a un desafío capaz de remodelar el mundo. A medida que los países toman medidas esenciales para proteger a su población, ningún sector queda inmune a los cambios. Fronteras cerradas, trabajo en remoto, prohibiciones de viaje y confinamiento. El brote de coronavirus está redefiniendo cómo permanecemos conectados. Y con una quinta parte del planeta ya aislado, resulta indispensable que se mantenga el flujo de bienes para que los suministros críticos puedan llegar a donde se necesitan. La industria de la logística global se enfrenta a su mayor reto.
El brote de Covid-19 ha hecho que se incremente la importancia de las cadenas de suministro para dar respuesta en tiempo real y optimizar el movimiento de mercancías, ya sea gestionando el aumento de la demanda minorista en línea o manteniendo la provisión de suministros médicos y productos frescos. El Covid-19 ha mostrado que la logística precisa evolucionar para construir cadenas de suministro más resistentes. Todos dependemos de ellas para lograr la seguridad alimentaria, sanitaria y la estabilidad, pues su cometido es mantener a las personas seguras y las empresas operativas, mientras los clientes se adaptan a los nuevos desafíos.
El comercio mantiene al mundo conectado. El transporte marítimo, por donde circulan el 80% de las mercancías y el 50% del petróleo consumido, es de vital importancia en la geopolítica global. Además, el transporte y la logística fomentan la cooperación y el desarrollo. Son sangre para la economía al movilizar 4.3 billones de dólares. En los países en desarrollo, una logística competitiva ayudaría a solucionar los problemas de inmigración, radicalización o creación de empleo. Sin duda, la economía es una palanca esencial para luchar contra la pobreza, la desigualdad, y resolver condiciones socioeconómicas desesperadas.
La pandemia ha convertido a la cuarta revolución industrial en una realidad para millones de personas. Se están configurando los contornos de un nuevo horizonte. El futuro digital creará nuevas oportunidades para las personas, las empresas y los gobiernos. Pero si se gestiona mal, también traerá nuevas amenazas, polarizaciones entre sociedades o economías divergentes. Los modelos económicos en vigor precisan dar nuevas respuestas, pues las medidas existentes son insuficientes. Hace falta más integración económica, planes de emergencia y soluciones realistas para resolver problemas endémicos.
La magnitud del desafío, deja a las actuales medidas como insuficientes. Sin un sector logístico efectivo, la economía no puede desarrollarse. Una logística eficiente reduce costes en exportación, importación y distribución en el mercado interno. Es la palanca para el crecimiento y la competitividad. La internacionalización requiere poner un especial énfasis en el rendimiento global de las redes de distribución y suministro, pero también en la regionalización de sectores que se benefician de la proximidad geográfica y la complementariedad económica.
Además, el sector está comprometido y ha reaccionado priorizando suministros médicos críticos, manteniendo el flujo de productos frescos y mejorando el uso de tecnologías. El esfuerzo para mantener el comercio ha sido global. Gobiernos y autoridades aeroportuarias en todo el mudo están implementando directrices estrictas, tales como una mayor desinfección, protegiendo también la seguridad y la salud de la fuerza laboral. Hay que agradecer a los trabajadores y empresas del sector su creatividad, innovación y dedicación para mantener la cadena de suministro operativa, ágil y robusta en este momento de crisis.
Más allá del desafío inmediato, hay que impulsar de forma urgente iniciativas para hacer que los flujos comerciales sean más sólidos. La construcción de plataformas digitales será crucial para adaptarnos a largo plazo a este nuevo tipo de crisis. La cadena de suministro digitalizada, además de la red mundial de puertos, terminales y zonas económicas, garantizará mover la carga de un lugar a otro con tan solo un clic. Las nuevas tecnologías están impulsando la logística en línea y permitiendo un comercio más inteligente, con más eficiencia en toda la cadena de suministro, mayor visibilidad y transparencia; permitiendo a su vez que el movimiento de mercancías sea optimizado y redirigido hacia dónde éstas más se necesitan.
Esta pandemia llega en un momento clave. El sector de la logística mundial está en pleno auge, con una mayor exigencia de servicio por parte de los clientes, la irrupción de nuevos competidores, la revisión de los procesos logísticos y su incorporación a la revolución digital. Nos esperan grandes retos, como el uso de big data para gestionar eficientemente flujos logísticos o la implementación de plataformas online que optimicen los volúmenes de carga transportada.
El modelo de potencias marítimas que llevaba siglos transportando cargas a través de alta mar, está dando paso a un futuro más multidireccional y multimodal. El mapa del transporte marítimo mundial cambiará. Es necesario y urgente apostar por la Agenda 2030 y por la sostenibilidad. El 23% de las emisiones de CO2 se atribuyen al transporte, por lo que la prioridad común es avanzar hacia una mayor eficiencia y eco-sostenibilidad en toda la región Mediterránea.
El Mediterráneo cuenta con más de 450 puertos y terminales, representa el 30% del comercio marítimo mundial por volumen y es el primer destino turístico del mundo. Es el punto de confluencia de tres continentes (África, Asia y Europa), en el que viven 500 millones de personas. De esta nueva situación puede emerger una gran plataforma con unas características únicas para facilitar el comercio mundial.
No obstante, es necesaria una mayor integración de las infraestructuras, más interconexión del sur mediante autopistas y el impulso de los corredores multimodales, como el Corredor Mediterráneo. Esto permitiría cambiar las tendencias y beneficiar a todos los componentes de la región. Atraería empresas internacionales, aumentaría las exportaciones e impulsaría la creación de puestos de trabajo y empresas. Cerrar las brechas existentes entre ambas orillas no es fácil, pero lograrlo significaría obtener una red de transporte más efectiva, más comercio y un mayor desarrollo. La región tiene el alcance y la ambición para convertirse en actor clave en la escena logística internacional.
El futuro de la región depende de la capacidad para adaptarse a las nuevas realidades, construir puentes, crear espacios de encuentros para transformar esta amenaza en una oportunidad y convertir la debilidad en una fortaleza. Esto haría que pudiera enfrentarse debidamente a los retos, crear un futuro común sumando capacidades y utilizar esta sinergia en la búsqueda de nuevos caminos.
Es el momento de actuar para volver a situar al Mediterráneo como la gran plataforma logística en los flujos este-oeste y como la mejor opción para canalizar las cargas entre Asia, África y Europa. La Logística nunca ha sido tan importante como hoy.