Tengo frío. Tengo calor. Es la eterna discusión en la oficina. La regulación de la temperatura de la calefacción trae a muchos empleados de cabeza. En invierno tenemos frío…. y en verano también. Los grados del aire acondicionado suben y bajan en función de empleado. La consecuencia son cambios bruscos de temperatura que inciden en la salud de los trabajadores. En los meses invernales crece el número de catarros y resfriados, lo que incide en un descenso de la productividad de los empleados.
Según un estudio de Regus, proveedor de espacios de trabajo, más de la cuarta parte de los españoles (26%) se queja porque pasa demasiado frío o calor en el trabajo. La temperatura ideal en interiores es de 21º C, según la página de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid. Una temperatura superior no aporta mayores beneficios físicos y además implica un gasto energético mayor, lo que afecta de forma negativa tanto en el gasto de las propias empresas como en el medio ambiente.
El mismo informe pone de manifiesto la dejadez de muchos profesionales a la hora de cuidar de espacios compartidos como las salas de reuniones. De hecho, el 26% de los profesionales españoles acusa a sus compañeros de dejarlas sucias y desordenadas, incluso con platos y tazas. El 14% de los encuestados señala que este desorden es un problema a la hora de tener reuniones con clientes o posibles clientes, ya que ofrece una imagen muy mala de la propia empresa.
En este sentido, si no dispone de una ubicación propia para mantener las reuniones con los clientes, es aconsejable llegar a algún acuerdo con un proveedor de espacios de trabajo. Philippe Jiménez, country manager de Regus España, asegura que “muchos profesionales subestiman la importancia que tiene un espacio de trabajo inteligente, limpio y profesional. Una oficina en el propio hogar o una sala de reuniones sucia nunca deben ser la carta de presentación de un profesional”.
