Contar con finanzas sostenibles es hoy una de las prioridades de las empresas españolas, ya que reduce la exposición a riesgos legales, operativos y de reputación, y permite evitar los peligros ambientales, sociales y de gobernanza. Además, la apuesta por la sostenibilidad financiera rebaja los costes, mejora la eficiencia, y aumenta la fidelidad y el grado de satisfacción de los clientes.
“Contar con una estrategia que favorezca unas finanzas sostenibles nos abre la puerta a nuevos mercados, ya que los consumidores e inversores son más exigentes y se decantan por las empresas que cuentan con prácticas responsables”, apunta Enrique Farrás, director de EALDE Business School.
En este escenario y según un estudio realizado por Deloitte a 2.000 directores de experiencias, muchos califican el cambio climático como uno de los tres principales problemas a tratar. También destaca que el 61% de los ejecutivos señalan que el cambio climático tendrá un alto impacto en las estrategias y operaciones de las organizaciones durante los siguientes tres años. Incluso, el 75% de las empresas consultadas reconocen haber aumentado sus inversiones en sostenibilidad durante el último año.
Los dirigentes se enfrentan por tanto al reto de hacer que su empresa sea sostenible. “La sostenibilidad del modelo de producción y consumo global puede comprometer la sostenibilidad financiera de muchas empresas al tener que recurrir a la financiación externa”, explica Sergi Simón, coordinador del Área de Gestión de Riesgos de EALDE Business School. El experto añade que “para afrontar este riesgo, los empresarios deben pensar cómo evitar que el cambio de modelo afecte al balance, mientras que deben trabajar para que las fuentes de financiación externas consideren ‘atractivas’ sus compañías en términos de protección ambiental e impacto social”.
Debemos tener en cuenta que la sostenibilidad financiera no es un objetivo a corto plazo, sino un proceso de mejora continua y adaptación de las condiciones de nuestro entorno, así como del mercado. “Tras un 2022 en el que la legislación en materia de finanzas sostenibles ha continuado avanzando con Mifid II y con la información disponible sobre los mercados, los grandes retos de la inversión sostenible para 2023 son evitar el conocido como greenwashing, es decir, garantizar que las inversiones y gastos definidos como sostenibles realmente lo son y no se trata solo de un uso de la terminología ecofriendly para captar capital”, señala Sergi Simón.
El experto de EALDE Business School mantiene que otro de los retos es “valorar el riesgo de que un activo o actividad que de entrada están alineados con el concepto de sostenibilidad ambiental y compromiso social, no sea económica sostenible por cambios en la demanda o en la regulación”. En este sentido, Sergi Simón sostiene que un ejemplo de ello fueron los incentivos que hubo en España para subvencionar la venta de energía renovable procedente de las huertas solares. “Estas subvenciones se consideraron como ‘ingresos’ seguros durante toda la vida útil de la planta solar, pero debido a un cambio de Gobierno y de las reglas del juego, se suprimieron dichas subvenciones. En este nuevo escenario, el plan de negocio de muchas de las plantas solares instaladas dejaba de ser viable”, apunta Simón.
Si nos fijamos en España, el experto de EALDE Business School sostiene que “nuestro país tiene la gran suerte de pertenecer a la Unión Europea (UE), que se abandera como ‘punta de lanza’ para abrir camino a este nuevo modelo de producción y consumo, y es que hay que pensar que el Viejo Continente es la región del mundo que más ganaría en términos de competitividad con una economía global descarbonizada”.
Por otro lado, Sergi Simón destaca que “España cuenta con un sistema asegurador que quizás es el más eficiente y evolucionado del mundo en términos de mutualización de las pérdidas ocasionadas por eventos meteorológicos adversos extremos. El concepto de Consorcio de Compensación, junto a la figura del agroseguro, son dos buenos ejemplos”.
Contar con finanzas sostenibles es hoy una de las prioridades de las empresas españolas, ya que reduce la exposición a riesgos legales, operativos y de reputación, y permite evitar los peligros ambientales, sociales y de gobernanza. Además, la apuesta por la sostenibilidad financiera rebaja los costes, mejora la eficiencia, y aumenta la fidelidad y el grado de satisfacción de los clientes.
“Contar con una estrategia que favorezca unas finanzas sostenibles nos abre la puerta a nuevos mercados, ya que los consumidores e inversores son más exigentes y se decantan por las empresas que cuentan con prácticas responsables”, apunta Enrique Farrás, director de EALDE Business School.
En este escenario y según un estudio realizado por Deloitte a 2.000 directores de experiencias, muchos califican el cambio climático como uno de los tres principales problemas a tratar. También destaca que el 61% de los ejecutivos señalan que el cambio climático tendrá un alto impacto en las estrategias y operaciones de las organizaciones durante los siguientes tres años. Incluso, el 75% de las empresas consultadas reconocen haber aumentado sus inversiones en sostenibilidad durante el último año.
Los dirigentes se enfrentan por tanto al reto de hacer que su empresa sea sostenible. “La sostenibilidad del modelo de producción y consumo global puede comprometer la sostenibilidad financiera de muchas empresas al tener que recurrir a la financiación externa”, explica Sergi Simón, coordinador del Área de Gestión de Riesgos de EALDE Business School. El experto añade que “para afrontar este riesgo, los empresarios deben pensar cómo evitar que el cambio de modelo afecte al balance, mientras que deben trabajar para que las fuentes de financiación externas consideren ‘atractivas’ sus compañías en términos de protección ambiental e impacto social”.
Debemos tener en cuenta que la sostenibilidad financiera no es un objetivo a corto plazo, sino un proceso de mejora continua y adaptación de las condiciones de nuestro entorno, así como del mercado. “Tras un 2022 en el que la legislación en materia de finanzas sostenibles ha continuado avanzando con Mifid II y con la información disponible sobre los mercados, los grandes retos de la inversión sostenible para 2023 son evitar el conocido como greenwashing, es decir, garantizar que las inversiones y gastos definidos como sostenibles realmente lo son y no se trata solo de un uso de la terminología ecofriendly para captar capital”, señala Sergi Simón.
El experto de EALDE Business School mantiene que otro de los retos es “valorar el riesgo de que un activo o actividad que de entrada están alineados con el concepto de sostenibilidad ambiental y compromiso social, no sea económica sostenible por cambios en la demanda o en la regulación”. En este sentido, Sergi Simón sostiene que un ejemplo de ello fueron los incentivos que hubo en España para subvencionar la venta de energía renovable procedente de las huertas solares. “Estas subvenciones se consideraron como ‘ingresos’ seguros durante toda la vida útil de la planta solar, pero debido a un cambio de Gobierno y de las reglas del juego, se suprimieron dichas subvenciones. En este nuevo escenario, el plan de negocio de muchas de las plantas solares instaladas dejaba de ser viable”, apunta Simón.
Si nos fijamos en España, el experto de EALDE Business School sostiene que “nuestro país tiene la gran suerte de pertenecer a la Unión Europea (UE), que se abandera como ‘punta de lanza’ para abrir camino a este nuevo modelo de producción y consumo, y es que hay que pensar que el Viejo Continente es la región del mundo que más ganaría en términos de competitividad con una economía global descarbonizada”.
Por otro lado, Sergi Simón destaca que “España cuenta con un sistema asegurador que quizás es el más eficiente y evolucionado del mundo en términos de mutualización de las pérdidas ocasionadas por eventos meteorológicos adversos extremos. El concepto de Consorcio de Compensación, junto a la figura del agroseguro, son dos buenos ejemplos”.