Tras un periodo de relativa calma en los mercados, llega febrero con subidas en el precio del dinero de las principales autoridades monetarias (Reserva Federal y Banco Central Europeo) y con las preocupaciones de Gobiernos, empresas e inversores sobre el devenir de la economía en 2023.
Con el riesgo de recesión latente, el ‘gran problema’ para los expertos sigue siendo la inflación, que gana terreno entre las mayores amenazas para este ejercicio y cuyo efecto directo en el crecimiento de las economías preocupa al consenso de analistas. Según Roberto Castro, profesor del Máster en Gestión de Riesgos de EALDE Business School: “Uno de los riesgos financieros más importantes es el relacionado a los tipos de interés, dado que los bancos centrales de las grandes economías, tanto la Reserva Federal (Fed) como el Banco Central Europeo (BCE) y otras autoridades monetarias de distintos países, están aumentando el precio del dinero para paliar el riesgo de inflación. Estas subidas implican serios problemas para las empresas que están financiadas, que ven amenazados sus negocios”.
Uno de los riesgos unidos a esta subida de tipos es las fluctuaciones en las tasas de cambio. Los bancos centrales aumentan los tipos de interés a distintas velocidades y con mayores subidas unos que otros. Para Roberto Castro, “esto provoca depreciaciones como, por ejemplo, en el euro frente al dólar, ya que la Fed ha sido más agresiva y rápida en sus movimientos. Estas variaciones en el tipo de cambio pueden afectar seriamente a las empresas exportadoras o importadoras dependiendo de su negocio, y es un riesgo a considerar a lo largo de 2023”.
La suma de ambos riesgos, la inflación y las posibles variaciones en las tasas de cambio como resultado de los intentos de las autoridades monetarias por frenarla, pueden provocar el temido riesgo de recesión económica, que está latente y presente y que puede desembocar en desempleo y en una ola de despidos como ya está ocurriendo en las tecnológicas de Estados Unidos. “De producirse la recesión lo hará de distinta manera en cada uno de los países. Unos se verán más afectados y otros menos, debido a que cada uno tiene sus propias características. Sin embargo, por los últimos datos que evidencian una reducción de la inflación y de la actividad económica pareciera que, si se llegara a producir una recesión, ésta sería suave en el caso de España”, mantiene el profesor del Máster en Gestión de Riesgos de EALDE Business School.
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El escenario económico y la inflación pasa factura a las empresas
En este entorno las empresas van a verse más afectadas si cabe. Los sectores que peor lo pasarán por el actual escenario en España serán los vinculados a la producción de bienes y servicios no esenciales, por la reducción en la demanda de los mismos. Los ‘damnificados’ serán unos años más el sector del automóvil, la construcción y, en menor medida, los relacionados con los bienes de consumo como ropa y zapatos.
Los sectores que mejor resistirán la alta inflación son aquellos de bienes y servicios con la demanda más inelástica, así como los que pueden trasladar el aumento de costes a sus productos finales. En España los grandes beneficiados serán la alimentación, la banca y la energía.
Y entre este escenario, las empresas que han apostado por la sostenibilidad podrán soportar mejor los cambios económicos que se esperan este 2023. Roberto Castro mantiene que “en el corto plazo es posible que estas empresas ahorren porque tienen procesos más eficientes. Al ser más sostenibles tratan de reducir los desechos a cero y han apostado por la utilización de energías renovables. Al ser procesos más eficientes deberían soportar mejor los cambios que se prevén en este ejercicio”.
Superar el escenario actual
¿Qué pueden hacer las empresas para reducir el impacto de la inflación? Según Roberto Castro, “las pequeñas y medianas empresas deben invertir en bienes duraderos. Si una empresa tiene planificada una inversión en maquinaria o en equipo, lo mejor es hacerla lo antes posible. En el caso de que quiera solicitar un crédito, las empresas deberían elegir un tipo de interés fijo. Deberán analizar cuál es la tendencia de la inflación y que la tasa pactada esté por debajo de la tasa de inflación”.
Otro punto importante es diversificar las fuentes de ingreso. Para el experto de EALDE Business School, “aumentar el campo de acción es totalmente necesario para paliar una posible caída en la demanda. Además, podemos tratar de aprovechar la financiación que nos dan los proveedores ya que no tiene coste asociado, es decir, tiene una tasa de interés cero, y llevar a cabo un férreo control de costes”.
¿Qué podemos esperar de 2023 para las pymes en términos generales?
José María Martínez, profesor del Máster en Administración y Dirección de Empresas de EALDE Business School, sostiene que las pymes se enfrentarán a un escenario muy desafiante, al combinarse una elevada inflación de costes con un bajo crecimiento económico y alta incertidumbre.
Desde la óptica del tejido productivo el peligro es doble. Según este experto, “por un lado, el encarecimiento en las materias primas y del IPC pueden reducir los márgenes comerciales. En este sentido las pymes que más sufrirán serán aquellas en sectores que no puedan trasladar el alza de costes que ellas experimenten a su precio de venta, bien por enfrentar más competencia o bien porque su demanda es más elástica y ante la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores no pueden elevar su precio de venta”.
Mientras que, por otro lado, José María Martínez destaca que “el alza en los precios generales puede traducirse en una demanda por parte de los trabajadores para ver incrementados sus salarios, con lo cual las que más sufrirán serán aquellas en las que el coste de mano de obra suponga un porcentaje mayor del total”.
En este escenario, desde EALDE Business School, aseguran que las pymes que más sufran las consecuencias adversas serán aquellas que no se pueda acometer una eficiente gestión del circulante y de la tesorería.