Se acerca el verano, una época que muchos estudiantes aprovechan para realizar prácticas con el fin de sumar experiencia y aumentar sus posibilidades de incorporación a las empresas una vez finalicen sus estudios superiores. Pero el maltrecho mercado laboral les obliga a decidir de antemano qué camino quieren tomar. “Ya no sirve con tratar de entrar a formar parte del tejido empresarial español, ahora el futuro trabajador tiene que implicarse en el mercado, impulsarlo y, por qué no, renovarlo”, explica Isabel Echevarría Aburto, Directora de Relaciones Institucionales de la Fundación José Manuel Entrecanales.
En esta tesitura, se posicionan dentro de la red de empresas nacionales las startups, que en medio de la crisis en la que estamos sumidos, abren un abanico de posibilidades y se erigen como una de esas oportunidades de inserción laboral para los universitarios. “Hoy más que nunca, estas empresas de nueva creación son una alternativa real para los estudiantes cuando se trata de realizar sus prácticas de formación”, continúa Echevarría. A la hora de barajar las distintas opciones de prácticas, los universitarios que eligen startups para adquirir experiencia se encuentran con innumerables ventajas. Suelen ser empresas más pequeñas y más modestas que una multinacional y están especializadas en un sector concreto que proporcionan al aprendiz más cercanía, más valoración y más especialización. “Además, el calificativo de modesta se refiere únicamente a una descripción del espacio que ocupan, y no al potencial de negocio que abarcan y que pueden llegar a alcanzar”.
La mayor implicación de estas empresas con el estudiante fomenta la capacidad de emprendimiento y de iniciativa empresarial del universitario, que suele encontrarse con una fórmula de éxito y una posible alternativa laboral. La oportunidad de formar y sentirse parte de un equipo que se rige por una estructura jerárquica horizontal y transversal favorece la comunicación directa con los responsables y la mentorización.
Este entorno empresarial facilita la proactividad y permite la implicación del intra-emprendedor, es decir, “favorece el desarrollo de nuevas ideas propias y aumenta la capacidad de innovación en el negocio”. Es evidente que una empresa joven y con una organización celular, donde todos participan, puede adaptarse de forma más sencilla a las necesidades e inquietudes del estudiante y viceversa. Esta simbiosis mejora, por un lado, la empleabilidad y la emprendeduría del estudiante y, por otro, genera un gran valor para las startups, que adquieren un mayor potencial al formar al aprendiz desde su etapa universitaria y refuerzan su equipo con jóvenes que vienen con ganas de emplearse a fondo.
“La experiencia estival en startups puede convertirse en el punto de inflexión de nuestros jóvenes para sacar a relucir su espíritu emprendedor, algo que escasea en nuestro país, más por temores infundados y motivos culturales, que por falta de talento nacional”, continúa explicando la Directora de Relaciones Institucionales de la FJME .
“Debemos trabajar para cambiar esta mentalidad tan arraigada. Poco a poco el espíritu emprendedor se va introduciendo en las universidades españolas, pero no podemos exigir toda la carga a las instituciones académicas superiores. Todo el sistema educativo y la sociedad en general somos responsables. Por ello, ahora que nuestros jóvenes, la generación mejor preparada de la historia de nuestro país, van a tomar su primer contacto con el mundo laboral, tenemos que brindarles la oportunidad de desarrollar toda su creatividad en las empresas que apuestan por la innovación y que han surgido en esta nueva tesitura económica. Primero, porque se lo debemos y, segundo, porque ellos son quienes van a tejer la red empresarial española en un futuro inmediato: empresas preparadas para lidiar a diario con los retos que plantea la crisis, empresas necesarias para crear empleo, posicionarnos y producir el cambio que necesitamos”.