Las actividades cotidianas nos obligan a aprender constantemente: para utilizar nuevos programas, para viajar, para estar al día en el trabajo, por curiosidad… Este aprendizaje permanente es uno de los retos de la sociedad actual. Un equipo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha analizado qué características fundamentales debe tener un modelo de aprendizaje a lo largo de toda la vida. El estudio, publicado en la revista International Journal of Grid and Utility Computing, describe este tipo de experiencia educativa como “un entorno totalmente centrado en el estudiante, donde pueda elegirse qué aprender, cómo aprender, cuándo aprender, en qué orden y a qué ritmo“.
A partir de este estudio, los investigadores han diseñado iLearn, un modelo virtual que recoge algunas de estas características y que se ha testado con una prueba piloto con 300 estudiantes. Se trata de un proyecto financiado por la convocatoria interna Xtrem, impulsada por el eLearn Center de la UOC, con el objetivo de potenciar proyectos disruptivos que contribuyan a dar un salto cualitativo en el modelo pedagógico de la universidad y en la concepción del aprendizaje digital.
En el desarrollo de iLearn ha participado un equipo multidisciplinario formado por los investigadores de la UOC Josep Maria Batalla y María Jesús Martínez, de los Estudios de Economía y Empresa; Montserrat Garcia, de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación; Jordi Conesa, Enric Mor y Tona Monjo, de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación; Beni Gómez, de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, y la investigadora de la Universidad de Zaragoza, María del Carmen Cruz.
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Tener en cuenta los intereses y el contexto de los estudiantes
Ahora mismo, las propuestas de aprendizaje permanente para personas adultas se basan en los formatos de educación tradicional y, por lo tanto, imponen muchas barreras para este tipo de estudiantes, como por ejemplo plazos, asignaturas obligatorias, inflexibilidad, cursos largos o programas con tiempos y temas restringidos. “Muchas veces, lo que hacen esas personas para aprender en su día a día es aprovechar cualquier momento libre, por ejemplo, en el autobús o en el parque, para mirar un vídeo o realizar un curso. Un modelo de aprendizaje permanente debería tener en cuenta estas restricciones y los intereses de los estudiantes: aspectos como por ejemplo las limitaciones de tiempo y dedicación, sus conocimientos previos o sus objetivos“, explica Jordi Conesa, coordinador de la investigación e investigador del grupo SmartLearn de la UOC.
“Esta personalización tendría que materializarse en una experiencia flexible y dinámica, es decir, que permita empezar o posponer los cursos siempre que el estudiante lo desee, pero también poder retomarlos cuando sea necesario”, añade el investigador.
Un proyecto basado en un proceso de cocreación
Partiendo de esta base, los investigadores iniciaron un proceso de cocreación con diferentes grupos focales para averiguar qué necesidades puede tener este colectivo. El resultado fue iLearn, un entorno virtual basado en el software de código abierto Moodle, accesible en cualquier momento y desde dispositivos como un ordenador, una tableta o un teléfono móvil. “El hecho de que se trate de un entorno en línea permite proporcionar un aprendizaje omnipresente y contextual de manera sostenible. En la prueba piloto diseñamos un campus virtual en Moodle, pero idealmente tendría que ser un entorno que centralice todas las tareas relevantes para el estudiante y que favorezca el uso de los canales de comunicación habituales de los estudiantes, desde WordPress hasta su correo electrónico, entornos de mensajería como Telegram o WhatsApp, Twitter o YouTube”, explica Jordi Conesa.
Amplio abanico temático
Los contenidos abordados en este modelo de aprendizaje tendrían que ser, según los autores, “lo más amplios posible”, puesto que las personas pueden estar interesadas en temas muy diferentes. “Se trataría de unidades de aprendizaje modulares muy interrelacionadas, con una duración que puede ir desde algunos minutos hasta unas horas”, destaca el investigador. Además, se tendrían que adaptar a las necesidades y los conocimientos de cada persona: “No es lo mismo un curso sobre big data para un informático que para alguien que tiene un negocio y quiere un conocimiento más aplicado a su realidad. Este segundo quiere saber qué puede hacer, y no cómo lo puede hacer”, aclara Jordi Conesa.
Dentro del proyecto iLearn se diseñaron más de cuarenta cursos sobre temas tan variados como la ciencia de datos, la gestión del estrés, la historia del arte en el Renacimiento, o las fake news (noticias falsas). Estructurados en forma de retos, se pueden combinar para crear unidades más grandes y complejas con una nomenclatura floral: la unidad de aprendizaje básica se denominó pétalo, que con otros pétalos se agrupan temáticamente en flores; diferentes flores interrelacionadas se agruparían en plantas; las plantas en jardines, y diferentes jardines forman un ecosistema temático, como por ejemplo Finanzas y Organización de Empresa, Calidad de Vida, Arte y Diseño o Datos en mi Vida.
Para poder sacar el máximo provecho de esta estructura, los autores destacan la importancia de los mentores. “Se trataría de una figura complementaria a los profesores, como una especie de entrenador personal de un gimnasio, que acompañaría y personalizaría la experiencia de cada alumno“, describe el investigador.
Comunidades de aprendizaje duraderas
Otro elemento clave es la creación de comunidades de prácticas para aprender de las experiencias de los demás. “Los estudiantes adultos son expertos en algunos temas y, a veces, tiene que permitírseles actuar como profesores. Las limitaciones temporales de nuestra prueba piloto no nos permitieron organizar este tipo de experiencias, pero la creación de comunidades de prácticas duraderas, que no se dispersen cuando se acaben las clases, puede ser muy importante para la motivación, el aprendizaje y el aprovechamiento profesional“, subraya Jordi Conesa.
Un modelo de negocio diferente
La implementación de todos estos cambios requiere que las organizaciones educativas evolucionen, principalmente en sus modelos empresariales y organizativos. “El cambio de paradigma no afecta solo a la pedagogía, sino también a toda la experiencia de aprendizaje: la necesidad de nuevos materiales, nuevas herramientas tecnológicas, personas con nuevos roles, nuevas políticas motivacionales, cambios organizativos, etc.”, destaca el investigador.
Estos cambios también implican la investigación de nuevas vías para la sostenibilidad económica. “Tenemos que encontrar un modelo de negocio justo, que se adapte a las necesidades y al uso de cada estudiante. Por ejemplo, un sistema de pago flexible más próximo a los modelos de suscripciones o paquetes por cursos realizados o por horas de uso”, apunta Jordi Conesa.
La prueba piloto finalizó hace algunos meses, pero todavía se puede acceder a los contenidos en la plataforma iLearn. El siguiente paso del proyecto será la evaluación de la experiencia mediante encuestas, grupos focales y el análisis de los comentarios de los participantes.
Esta investigación de la UOC favorece el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 4 (educación de calidad).