La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido este año en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) el burnout o síndrome del trabajador quemado. En él la OMS define el burnout como el resultado del estrés crónico en el trabajo. Sus principales síntomas son falta de energía, sentimientos negativos hacia el trabajo y falta de realización.
Uno de los gremios más afectados por este síndrome es el del profesorado. El estrés propio de la profesión, el contacto con alumnos y sus familias, sobrecarga de trabajo y condiciones laborales a veces complicadas, se vieron acentuados en 2020 por la incertidumbre y los cambios en el desarrollo de las lecciones debido a la pandemia y los confinamientos.
Ya en el presente, con la vuelta a las clases presenciales, conservar la motivación se ha convertido en un reto más para una profesión vocacional como la de maestro o profesor, algo que, a la vez, repercute en la percepción y motivación de sus alumnos ante el aprendizaje.
“Nuestro objetivo siempre ha sido convertir el aprendizaje en algo divertido y atractivo. Esto no solo repercute en el rendimiento o actitud de los alumnos, también en el trabajo y estado de ánimo de los profesores”, señala Louisa Rosenheck, directora de pedagogía en Kahoot!, una plataforma de aprendizaje.
La gestión del tiempo es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los docentes. Atender las múltiples tareas, así como las necesidades de alumnos y familias, tratar conflictos delicados en los que intervienen emociones, así como horarios inestables y que obligan al multitasking y dedicar tiempo más allá de la jornada escolar. Resulta casi obligatorio optimizar el tiempo todo lo posible y conseguir hacer un paréntesis en el que parar.
En este contexto, la colaboración y planificación son claves para preservar el cariño por la profesión, prevenir el burnout y mantener el bienestar en el trabajo.
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Colaboración alumnos-profesores
De vuelta en el aula presencial, se hace necesario la realización de actividades destinadas a acercar a profesores y alumnos, que ayuden a crear un vínculo y un ambiente agradable en clase. Para conseguir esta interacción y que las clases no sea únicamente escuchar al docente, existen varias plataformas tecnológicas que facilitan que el alumno participe. Una de estas herramientas es Kahoot! que tiene modos de juego clásicos, a los que muchos estudiantes ya se han acostumbrado, y otros más recientes que “ayudan a crear una atmósfera social divertida en la clase, donde todos los alumnos se sienten parte de algo más grande. Buscamos formentar la competencia sana, pero también el trabajo colaborativo“, sostiene Rosenheck.
Es más probable que los alumnos recuerden lo aprendido cuando las actividades las escogen ellos mismos
En un estudio reciente realizado por Kahoot! con docentes estadounidenses, el 70% de los profesores encuestados afirmaron que era más probable que sus alumnos recordaran lo aprendido cuando las actividades eran elegidas por ellos mismos. Permitir a los estudiantes participar en las clases mediante exposiciones utilizando materiales de su elección no solo los motiva y ayuda a incentivar su compromiso, sino que también sirven al profesor para conocer los intereses de sus estudiantes así como sus puntos fuertes y dificultades con la asignatura.
El mejor regalo para un profesor es el tiempo
La colaboración no debe limitarse al entorno profesional más cercano. Las comunidades virtuales de profesores sirven para compartir éxitos e hitos, pero también material educativo. Estos espacios ayudan a aprender de otros, aportan seguridad y son una fuente de recursos novedosos para sus clases. En el caso de Kahoot!, cuenta con una gran biblioteca de juegos preparados por creadores espontáneos reconocidos por la plataforma como parte de la Kahoot! Academy, a la que cualquier profesor puede contribuir con sus kahoots más interesantes.
Estos recursos ya creados no son otra cosa que una forma de optimizar el tiempo, facilitar a los profesores la planificación de sus clases y aliviar sus esfuerzos por hacerlas amenas e interesantes para sus alumnos año tras año.
La implicación y bienestar de los estudiantes repercute en el estado de ánimo y actitud de sus profesores y viceversa. Convertir el aula en un equipo en el que todos colaboran y contribuyen, y en la que los alumnos acompañan al profesor en su desarrollo es una buena forma de mantenerse motivados. No puede ignorarse la influencia de las condiciones laborales del profesorado en el desarrollo del estrés laboral, así como las actividades propias de la profesión. Sin embargo, las rutinas de autocuidado, reconocimiento y la planificación pueden ayudar a prevenir el llamado síndrome del burnout, mantener viva la ilusión por la enseñanza y transmitirla a los alumnos.