Si utilizamos nuestro dispositivo móvil; si nuestra tienda favorita nos hace entrega de esa tarjeta de fidelización que nos ofrecerá múltiples ventajas y por consiguiente intentaremos aprovechar; si hacemos uso de las redes sociales o utilizamos un buscador de Internet para saber qué tiempo va a hacer o cuál es el cine más cercano a nuestra ubicación actual; estamos generando una inmensa cantidad de información de la que no somos conscientes.
Si analizamos esta situación desde el punto de vista del usuario, la mayor parte serán ventajas, nuestro buscador de Internet en el momento que escribamos una palabra, ya sabrá como continuar el resto de la frase y decirnos exactamente en qué zona nos encontramos, el tiempo que va a hacer en las próximas horas; nuestra tienda habitual, sabrá que ofertas enviarnos y sobre todo, ofrecernos los múltiples canales para que nuestras compras sean lo más fácil, rápidas y ventajosas posible; o cuando usemos nuestras páginas en las redes sociales, saltarán todas las alertas necesarias para que no nos perdamos ni el más mínimo detalle de todo lo que sucede a nuestro alrededor…
Sin embargo, si lo analizamos desde el punto de vista de empresa, la situación toma otro matiz. Hasta hace poco, las empresas realizaban campañas de marketing pensadas únicamente en cómo vender sus productos; actualmente con la cantidad de información que se genera a diario, las empresas han tenido que cambiar su estrategia y realizar sus campañas adaptadas a las necesidades del consumidor.
Y es ahí cuando surgen ciertos interrogantes, ¿qué hago con toda esta inmensa cantidad de información? ¿Llegaré al público que necesito? ¿Es realmente esto lo que mi cliente quiere? ¿Es esto lo que necesita mi empresa?…
Para resolver estas múltiples preguntas, debemos plantearnos objetivos y buscar las herramientas tecnológicas adecuadas que nos ayude a convertir esa enorme cantidad de datos en información útil; en ‘valor’.
La gran cantidad de datos, no es lo que marca la diferencia entre una compañía y otra, es el valor y el provecho que sacamos de esa información, lo que marca realmente la diferencia.
No nos dé miedo hacer uso de todos estos datos; cuando compramos un ordenador, no conocemos al detalle cómo funciona, ni conocemos la inmensa cantidad de piezas que posee, pero por esa razón no dejamos de comprarlo y usarlo. Al contrario, cuando lo tenemos, intentamos aprovecharlo al máximo.
Igual sucede con toda esta ingente cantidad de datos; son la llave para entrar a un mundo que antes era difícil de explorar; son la oportunidad para marcar la diferencia entre tu empresa y la competencia.
Para ello, una vez planteada la estrategia comercial, es necesario disponer de un sistema de calidad de datos eficiente, capaz de facilitar la captura de los datos sin faltas de ortografía, abreviaturas y/o errores tipográficos; normalizar y detallar toda la información, evitando así que existan datos duplicados, un factor muy importante a tener en cuenta, ya que es una de las principales causas del descontento de muchos clientes al verse bombardeados por publicidad repetida e innecesaria; que toda esta gran cantidad de datos no sea solo mera información, sino la fuente que genera valor a la empresa.
De esta forma, tendremos una base de datos de calidad, exacta, estructurada y sólida.
Si nuestra base de datos es de calidad, conoceremos mejor a nuestros clientes, sabremos cómo piensan, cómo sienten y los trataremos como se merecen; en pocas palabras, podremos realizar una campaña de marketing a la medida de sus necesidades.
En definitiva, gran cantidad de información tratada y analizada con los sistemas adecuados, generan valor tanto a las empresas, como a los consumidores.