Hoy en día las organizaciones están sometidas a la presión de un mercado cada vez más dinámico y competitivo que hace que cualquier incidente pueda provocar un desequilibrio en el difícil y espinoso posicionamiento de las mismas en el mercado.
Para mantener una posición competitiva, las empresas han ido evolucionado para hacerse cada vez más ágiles y flexibles a los cambios provocados en las oscilaciones de la oferta y la demanda y cualquier debilidad de un competidor se convierte rápidamente en una oportunidad de negocio para muchos. Para los CEO esto no es nada nuevo y su trabajo está enfocado en ir escalando posiciones en el mercado para lo que mantienen un constante proceso de mejora de sus productos, optimizando y perfeccionando los procesos de fabricación con el fin de hacerlos más competitivos manteniendo la calidad al menor coste posible.
En este sentido, las organizaciones tienen mucha experiencia en la adaptación al mercado y estrategias de ventas, por lo que el enfoque productivo está orientado a adaptar su producción a los requerimientos del mismo, acortando los tiempos entre la producción y la venta y evitando en lo posible acumulaciones innecesarias de stock, que hace que se encarezcan innecesariamente los productos.
Por tanto, podemos decir que de forma natural y por las propias características del mercado, nuestras organizaciones están preparadas para producir productos de calidad aceptables a precios competitivos. Pero, ¿están preparadas nuestras organizaciones para afrontar un incidente que paralice su actividad durante un tiempo?
Supongo que a esa pregunta alguna vez todos nos hemos enfrentado y de forma inmediata, cuando se producen catástrofes de gran impacto mediático, como terremotos, inundaciones, incendios, u otras que nos llegan a diario por los medios de comunicación. Pero la realidad es que el riesgo operacional producido por grandes catástrofes es porcentualmente bajo con respecto a otros más cotidianos, como son cortes de suministro eléctricos, absentismo laboral, huelgas, robos, fraudes, vandalismo y todos aquellos riesgos asociados a errores humanos, fallos en sistemas, procedimientos y controles inadecuados.
¿Qué podemos hacer para minimizar estos riesgos? Hasta hace relativamente poco tiempo sólo determinadas organizaciones disponían de Planes de Continuidad de Negocio (BCP -Business Continuity Plan), en muchos casos obligadas por las características especiales de sus negocios (banca, químicas, farmacéuticas, etc…), pero cada vez se hace más necesario, independientemente del sector y el tamaño de la organización, establecer mecanismos que minimicen los riesgos e implementar planes de recuperación que nos aseguren la continuidad de las operaciones de negocio, aún cuando se ha producido un desastre.
Un Plan de Continuidad de Negocio, por tanto, nos permite establecer estrategias que nos asegure mantener las operaciones críticas para el negocio a un nivel mínimo aceptable durante una contingencia. Esto implica que un BCP debe contemplar todas las medidas preventivas y de recuperación para cuando se produzca una contingencia que afecte al negocio.
Algunos de los objetivos de los Planes de Continuidad del Negocio son evaluar los riesgos potenciales y preparar contingencias para acontecimientos imprevistos, minimizar las interrupciones en las operaciones normales, establecer mecanismos alternativos de operación previamente analizados, mantener un mínimo nivel de servicio durante la recuperación de las operaciones, proteger las funciones de negocio que ofrecen productos o servicios, minimizar el impacto económico de las interrupciones y capacitar al personal con los procedimientos de emergencia.
Esepequeño plus que marca la diferencia
Como se puede ver, se trata de analizar previamente los riesgos del negocio, priorizarlos de acuerdo a su impacto y establecer estrategias de prevención y recuperación con el fin de proteger el negocio ante cualquier contingencia. Algo que es más que una póliza de seguro; son acciones concretas para situaciones previamente analizadas.
Por otro lado, cada vez son más los inversores y clientes que buscan la garantía de organizaciones que dispongan de los mencionados planes, que les permita reducir cualquier perturbación en la buena marcha del negocio ante posibles imprevistos. El simple hecho de disponer de un buen plan de Continuidad de Negocio puede ser ya de por sí una ventaja competitiva; ese pequeño plus que nos diferencia con nuestro competidores ante clientes y asociados y una gran ventaja para casos de contingencias.
Como punto partida para la elaboración de los planes, sirven de ayuda los sólidos marcos de referencias que nos permite establecer los procesos con las máximas garantías, y tanto las administraciones como organismos internacionales de estandarización están muy activos en la elaboración de normativas y estándares como la ISO/IEC 27001 para la implantación de Sistemas de Gestión de la Seguridad de la Información (SGSI) y la BS 25999 para la Gestión de la Continuidad de Negocio, entre otras. Otros ya han marcado el camino, ahora nos toca a nosotros.