A algunos trabajadores por cuenta propia no les compensa facturar. Puede que no facturen demasiado o que estén en situación de pluriactividad, o lo que es lo mismo, son asalariados pero realizan esporádicamente trabajos freelance que deben facturar.
Las cooperativas de trabajo asociado o de impulso empresarial se perfilan como una solución. Facturar de esta manera no requiere darse de alta en autónomos, ni pagar las cuotas. Y tranquilo, la cooperativa no interfiere de ninguna manera en tu actividad, por lo que seguirás siendo tu propio jefe.
Podrás cotizar en el Régimen General de la Seguridad Social por los días trabajados, por lo que tendrás asegurados derechos sociales como el desempleo, la jubilación o la sanidad.
Una ventaja es que la propia cooperativa se encarga de realizar la declaración trimestral de IVA, además de emitir facturas, cobrarlas y declararlas, así que vete olvidándote de los trámites obligatorios para los autónomos. Eso sí, a cambio de una comisión. También deberás abonar los costes de la Seguridad Social por los días que hasta estado trabajando, un porcentaje fijo del 2% de IRPF, lo establecido para ingresos bajos, otro porcentaje a cuenta por el Impuesto de Sociedades de un 10%. Por último, para formar parte de la cooperativa, debes abonar un pago inicial, que te será devuelto en el momento en que te marches.
