Los influencers, esa nueva profesión o ya no tan nueva y a veces tan denostada por culpa de aquellos que van de eso pero que realmente no lo son. Si a día de hoy los influencers siguen tan en boga os aseguro que es porque realmente son relevantes y tienen mucho impacto positivo en multitud de negocios.
Nos centramos en aquellos que son verdaderos profesionales del medio en cuestión. En aquellos que manejan comunidades fieles. En aquellos que generan contenido bueno, atractivo para su audiencia y que integran perfectamente los productos en su día a día, de una manera interesante y natural y, sobre todo, siempre mirando por el interés de su comunidad por encima del suyo.
Los influencers son una herramienta fundamental en los tiempos que corren si se quiere llegar a determinados públicos. Proporcionan una gran visibilidad a las marcas que los contratan y encima la fidelidad de su comunidad es muy grande porque sus seguidores suelen ser afines a ellos y susceptibles de convertirse en clientes de los productos que venden.
Invertir en un influencer puede suponer el cambio entre que tu producto se quede en un escaparate a que una persona de carne y hueso, lo coja, lo use, lo muestre, hable de él y que la gente le escuche y lo admire. Siendo esta, además, una persona que ya tiene cierta influencia y una capacidad de prescripción sobre sus seguidores. Son los ‘recomendadores’ del siglo XXI.
Antes preguntábamos a nuestros amigos sobre un producto en concreto, muchas veces ni siquiera teníamos acceso a él antes de poder comprarlo. Ahora podemos ver cómo otras personas lo analizan, ofrecen todo tipo de información acerca de él, cómo usarlo, en qué momento, con qué combinarlo… todas las variantes que se os ocurran están online.
De ahí la importancia y el valor de un buen generador de contenido, que acerca la marca o el producto a la comunidad, humaniza el mensaje, lo personaliza y sobre todo habla justo el mismo idioma que las personas que lo siguen, por lo tanto su mensaje digamos que es mucho más valioso porque el impacto en la persona que lo recibe es infinitamente mayor que un mensaje más generalizado, por ejemplo, de un spot de televisión.
Para las marcas hay un factor muy decisivo en relación con el éxito de una campaña basada en influencers y es, sobre todas las cosas, elegir a la persona adecuada. Hay influencers, por llamarlos de alguna manera, que si entras a su perfil de Instagram parece como si vieras un canal de tele tienda 24h. Un sinfín de recomendaciones de productos que lo mismo te hablan de un conjunto de ropa que de una marca de gel o, incluso, de una segadora. Vuelvo a recalcar que estos se alejan radicalmente de lo comentado más arriba.
Hoy en día sabemos que tenemos mucho poder de información a nuestro alcance, y seguramente cada compra que hacemos pasa por una auditoría digital, donde miramos reseñas, leemos artículos, vemos reviews, escuchamos podcasts… La información sobre los productos está muy cerca de nosotros y esta nos sirve para decidirnos por comprar o no. Y el hecho de que una persona en la que confías (ese influencer al que sigues, del que ves lo que comparte a diario y que tiene un criterio del que te fías) te recomiende un producto es clave como factor definitivo de decisión.
El poder del mensaje es vital. Sinceramente, no es fácil ser generador de contenido, tienes que saber crear una conexión con la comunidad brutal, ser creativo, tener un estilo muy marcado, saber comunicar, ser muy diestro con los formatos actuales y sobre todo estar constantemente siendo una fuente de creación. Todo ello, por supuesto, manteniendo una coherencia en el contenido para mantener el número de seguidores y, en la medida de lo posible, incrementarlo.
He visto campañas brutales realizadas con influencers y os aseguro que han funcionado, han traído un retorno a las marcas por encima de lo esperado. Otras han sido un batacazo, cierto, pero esto ocurre también con acciones mal planificadas en otros medios o, simplemente, en aquellas que no tienen que ser realizadas con influencers. Todo siempre ha de estar basado en una estrategia, con una coherencia, un mensaje y, en el caso que nos ocupa, con el ‘influ’ adecuado. De esa manera la campaña tiene muchas papeletas de que consiga que el producto que ahora mismo tienes en el carrito acabe en tu casa.