El Producto Interior Bruto y el empleo a niveles macro están creciendo con fuerza y los principales organismos internacionales y nacionales han elevado sus previsiones para nuestro país. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas no levantan cabeza desde la pandemia. Más de 5.000 empresas han desaparecido y los concursos de acreedores están a niveles de hace once años. Esto hay que enmarcarlo en un contexto de escalada de la inflación y de encarecimiento del crédito que ha obligado a las empresas a duplicar su esfuerzo financiero.
Estos datos se recogen en el último barómetro de la patronal Cepyme, que elabora desde 2021 un indicador propio de seguimiento de la situación de las pymes y que, en su última edición, arroja datos que contrastan significativamente con el análisis de la escena macroeconómica. En el segundo trimestre de este año había 5.100 pequeñas empresas menos que en el mismo periodo de 2019 y 2.700 firmas de tamaño mediano más. Estos datos muestran un saldo neto negativo de 2.400 pymes menos que hace cinco años.
En cuanto a la solvencia, Cepyme señala el “continuo incremento del número de concursos” como el aspecto más negativo. La morosidad está estancada, pero “continúa al alza el esfuerzo financiero vinculado con la deuda comercial”. El plazo medio de cobro para las pymes está en el 79.5 días, el coste financiero escaló tanto por la expansión de la propia deuda como por el incremento interanual de los tipos de interés y alcanzó 2.740 millones de euros, un 18% más que un año antes y un 117% más que en el mismo trimestre de 2022.
Los problemas de insolvencia se han intensificado en un contexto de encarecimiento de la financiación. Entre las pymes, en el primer semestre, se registraron más de 5.000 concursos de acreedores.