El futuro del trabajo es un concepto muy en boga últimamente. Ya se hablaba de ello antes del COVID-19 dado la acelerada transformación digital que estábamos viviendo, pero debido a la pandemia ha adquirido mayor relevancia que nunca, pasando a ser una tendencia en auge.
A la hora de hablar de este tema, debemos tener en cuenta tres dimensiones que están interrelacionadas: el tipo de trabajo que puede ser automatizado; quién puede desarrollar aquella porción que no va a ser automatizada; y dónde tendrá lugar el desarrollo de dichas actividades. Independientemente de las decisiones que tomen las empresas para organizar el trabajo del futuro, se plantea una pregunta: ¿Cuál es el papel que desempeñará la tecnología en este proceso y, en consecuencia, las empresas tecnológicas?
La respuesta es clara y simple: las empresas tecnológicas ya desempeñan y continuarán desempeñando varios roles claves en esta materia. En primer lugar, son la punta de lanza en la definición de cómo podrán ser las distintas modalidades de trabajo del futuro en las tres vertientes mencionadas, ya que, en su caso, la tecnología forma parte del ADN del proyecto empresarial desde el momento cero. Hay que considerar que las personas que componen sus equipos cuentan ya con perfiles tecnológicos altamente cualificados, expertos que se van a necesitar en todas las empresas en un horizonte temporal muy cercano. Personas que impulsan la innovación y, por tanto, su labor diaria sienta las bases de lo que va a ser una fuerza de trabajo diferente a la actual, y no necesariamente exclusiva de las empresas que se desempeñan en el ámbito tecnológico.
Por otra parte, en el funcionamiento y organización diaria de cualquier empresa y sus actividades, ya sea de forma presencial o remota, la tecnología y, sobre todo, las infraestructuras que la habilitan son importantísimas. La hibridación en los espacios de trabajo hará que las oficinas cambien sus formas de funcionamiento con la incorporación de herramientas como la Inteligencia Artificial, el IoT o la Realidad Virtual, opciones que ya están ofreciendo las empresas tecnológicas, hoy a mayor escala que nunca.
En tercer lugar, a la hora de ofrecer estos productos y servicios, se piensan, plantean y diseñan proyectos a medida de las necesidades concretas de los clientes, con la suficiente flexibilidad como para poder actualizarlos continuamente cuando la situación lo requiera. Esto no solo es necesario para hacer frente a un contexto cada vez más cambiante y volátil, sino también necesario para que la universalización de la digitalización llegue a todo el tejido empresarial y cualquier empresa, independientemente de su tamaño o sector, cuente con las herramientas indispensables para hacer frente al desafío de organizar el trabajo.
Finalmente, las empresas tecnológicas también desempeñan un papel pedagógico, preparando a los usuarios de sus tecnologías para que sepan entablar una relación humano-tecnología saludable y puedan aprovechar correctamente sus funcionalidades. Las máquinas ahorrarán gran parte del trabajo más tedioso y repetitivo que aporta poco valor real, pero no borrarán por completo del mapa todos los puestos de trabajo ocupados por personas. No todas las soluciones a los problemas provendrán exclusivamente de la tecnología y serán justamente las habilidades humanas las que destacarán sobre las capacidades de las máquinas cuando estas últimas no puedan dar una respuesta adecuada. Así, es necesario hacer hincapié en que la tecnología incrementa la productividad, la competitividad y como ya estamos viendo en las soluciones más avanzadas, la creatividad, pero las habilidades humanas siempre pesarán más a la hora de tomar decisiones.
La pandemia del COVID-19 vino a alterar nuestras vidas para siempre y acelerar procesos de cambio que ya estaban en curso. El mundo del trabajo no es la excepción y la tecnología y transformación digital cumplirán un papel fundamental en la redefinición de su futuro. En ello, las empresas tecnológicas tienen mucho que aportar y su trabajo será indispensable para hacer realidad aquello que hoy solo somos capaces de imaginarnos.