A menos de una semana del inicio la vigésimo sexta edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26), que se celebra del 1 al 12 de noviembre en Escocia, la responsabilidad social de las empresas está en el centro del debate público.
Entre los retos a los que se enfrentan las organizaciones está el hecho reducir la huella de carbono que generan los correos electrónicos, lo que representa aproximadamente el equivalente a catorce viajes de ida y vuelta entre Madrid y Nueva York cada año para un equipo de 100 empleados.
¿Qué prácticas pueden seguir las empresas para controlar mejor el envío de correos electrónicos? ¿Qué nivel de responsabilidad tiene cada persona dentro de la organización? ¿Cómo concienciar a los trabajadores y a los directivos en esta materia?
Han pasado 50 años desde que se envió del primer correo electrónico, y desde ese momento la mensajería digital ha supuesto grandes cambios para las organizaciones. Se ha producido una evolución a nivel de la comunicación. El correo electrónico se ha vuelto imprescindible a la hora de realizar cualquier actividad y no ha parado de crecer hasta llegar a tener 4 mil millones de usuarios a nivel mundial y registrar 306 mil millones comunicaciones al día, de los cuales casi la mitad están relacionados con los negocios (124 mil millones).
En este sentido, Guy Hanson, vicepresidente internacional de Customer Engagement en Validity, comenta:
“En el mundo del marketing, el correo electrónico es un canal muy eficaz y fiable para las comunicaciones con los clientes. Esa eficacia es, habitualmente, una cuestión de calidad en lugar de cantidad: un volumen menor de emails relevantes, personalizados y bien dirigidos generan un engagement mayor y un mejor retorno.
Sin embargo, muchas veces se piensa que cuanto mayor es el número de correos a los que se les envía una comunicación, se va a tener una mayor eficacia. Por el contrario, mucho de esos mensajes acaban en las bandejas de entrada de correos electrónicos no deseados. Es importante ser conscientes de que el envío de correos electrónicos crea una huella de carbono y que todas las organizaciones se deben esforzar por ser más respetuosas con el medio ambiente. Detrás de cada correo electrónico hay todo un ecosistema que consume energía y que las marcas deben tener en cuenta a la hora de configurar sus campañas, por lo que es fundamental educar sobre cómo enviar correos electrónicos de forma eficaz y respetuosa con el medio ambiente.
El correo electrónico tiene un rol positivo adicional en las relaciones con los clientes: su uso elimina la necesidad de comunicaciones en papel, que tiene una huella de carbono mucho mayor. Todos los sectores tienen la responsabilidad de abordar el impacto ecológico de sus comunicaciones. La percepción en torno a la responsabilidad social es un poderoso impulsor de la fidelidad de los clientes, y las estrategias de emailing responsable tendrán un impacto beneficioso en la reputación de las marcas.