La escasez de agua y la creciente desertificación son solo algunas de las primeras evidencias palpables del cambio climático en nuestro planeta. De hecho, según el Ministerio de Medioambiente, entre un 75 y un 80% del territorio español está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo y aproximadamente un tercio del país ya sufre una tasa de desertificación muy alta. Unas circunstancias que, sin embargo, no son exclusivas de España y Europa, y ya en 2018 Ciudad del Cabo (Sudáfrica) copó las portadas de los medios internacionales al convertirse en la primera gran ciudad en declarar una catástrofe natural por falta de agua.
El agua es un bien escaso y a la vez esencial para la vida humana, que en el siglo XXI jugará un papel aún más trascendental habida cuenta de los desafíos que acechan. Una serie de retos en los que las ciudades, que a partir de 2050 concentrarán el 68% de la población mundial, serán claves a la hora de redibujar su relación con el líquido elemento para avanzar hacia un modelo sostenible y eficiente de los recursos hídricos.
Una tarea en la que muchas ciudades ya han comenzado a trabajar, como es el caso de Malmö (Suecia), donde toda la reconstrucción tanto de iniciativa pública como privada debe comprometerse a destinar un 50% de la superficie a áreas verdes, que facilitan la biodiversidad con la incorporación de especies vegetales autóctonas, plantas trepadoras, jardines en las azoteas y sistemas de recolección de agua pluvial.
Se trata, en definitiva, de introducir soluciones circulares, basadas en el reaprovechamiento o reutilización de los recursos, para reducir de manera considerable su consumo y enfocar su uso hacia un modelo más sostenible y eficiente.
“La economía circular es la base para construir un nuevo modelo de ciudad resiliente y libre de emisiones de carbono. Esto implica necesariamente encontrar soluciones avanzadas e innovadoras para garantizar el suministro de energía a partir de fuentes renovables, así como el uso más inteligente y sostenible del agua potable y la reutilización del agua para diferentes fines”, afirma el empresario español Tarek Al Masri, socio de Seed Global Advisoring (SGA), Founding Partner de Kei Cities y responsable del desarrollo de Aguaduna.
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Independencia energética
Según el Renewables 2020 Global Status Report, el informe más destacado a nivel mundial en materia de energías renovables, en 2018, el 26,2% de la electricidad generada a nivel global procedía de fuentes renovables, un objetivo que se espera incrementar hasta el 45% en el año 2040. El empleo de energías renovables es el primer paso para la consecución de un modelo energético eficiente y circular, pero no el único.
Otro de los objetivos deseables es el de la independencia energética, es decir, la producción y autoabastecimiento de las ciudades para evitar las pérdidas energéticas derivadas del transporte. La creación de modelos de producción local descentralizada y en menor escala permite satisfacer la oferta y la demanda de una forma más sostenible, reducir las emisiones y además crear puestos de trabajo vinculados al funcionamiento de las centrales de producción locales.
Un ejemplo de ello es la producción de biogás también es una forma eficiente de producir energía. Este gas verde se produciría a través de la transformación de cualquier residuo en recurso energético, tanto residuos orgánicos del sistema de tratamiento de aguas como de la recogida de residuos urbanos. Aguaduna implementará este modelo además de campos de captación fotovoltaica, que ayudarán a alimentar equipos de aire acondicionado y sistemas de movilidad sostenible sin comprometer el objetivo de construir un espacio libre de emisiones de Co2, lo que provocará que la demanda estimada por habitante sea de 7kWh por día.
Optimización del uso del agua
En cuanto al uso de agua y aguas residuales, las técnicas de gestión de datos más avanzadas son esenciales para un ciclo optimizado de estos recursos. En este sentido, gracias a modernos sistemas de electrificación, automatización y digitalización integrada, es posible obtener el mejor rendimiento energético y reducir la tasa de pérdidas.
Este sistema de suministro de agua local traerá beneficios como la reducción de la contaminación y las emisiones, una mayor resiliencia climática y el suministro de agua de calidad para toda la población. La expectativa de Aguaduna es reducir el consumo de agua esperado en un 50% para un proyecto de este tamaño.
La digitalización y uso de datos permitirá la construcción de una reproducción digital del sistema, mediante la cual los jefes de proyecto podrán anticipar cualquier problema y realizar capacitaciones basadas en simulaciones, de acuerdo con la demanda de consumo de agua detectada en tiempo real. Esta iniciativa facilitará la adopción de nuevas tecnologías para optimizar y reducir los costos operativos.
Aguaduna también contará con un sistema autosuficiente de captación de agua subterránea, superficial y marina, con pavimento permeable para alimentar el manto freático. Además, un sistema de detección de roturas y pérdidas en la red de distribución de agua minimizará el desperdicio del volumen distribuido a porcentajes más bajos que en los países más avanzados.
También habrá recursos para captar y reutilizar el agua de lluvia para el riego de áreas de paisajismo y el sistema alimentario; soluciones para la recirculación de aguas grises; tratamiento de efluentes para riego de áreas verdes y plantaciones de productos agrícolas; y reutilización de lodos, con miras a la producción de biodiesel y biogás, así como sustrato para la fertilización de cultivos.
Enel X y Cetrel han pasado a formar parte de un selecto grupo de empresas (junto a Siemens y SegurPro) que ayudarán a Aguaduna a convertirse en un modelo innovador de ciudad inteligente. “Estas dos nuevas asociaciones están 100% alineadas con el objetivo de desarrollar un nuevo modelo de ciudad inteligente que valore a las personas, la sociedad y la naturaleza”, dice Tarek Al Masri.