Nos encontramos inmersos en una especie de edad dorada para las startups, en la que España ya es el cuarto país europeo con más emprendedores, por detrás de Reino Unido, Francia y Alemania. El año pasado se cifraban en más de 10.500, multiplicando por 5 las que existían en 2015. De la misma forma se multiplicaba el valor del ecosistema, de los 10.000 millones de 2015 a los 46.000 millones de 2021, según datos del Spanish Tech Ecosystem.
En el imparable crecimiento del emprendimiento, el gran salto que buscan las nuevas empresas es escalar el modelo, es decir, lograr ser la denominada scaleup. Se tratan de startups que tienen cierto rodaje y desean dar un salto más ambicioso, en muchos casos de la mano de la internacionalización. Este proceso, se presenta curiosamente más sencillo para las startups que para las PYMES, ya que cuentan con más financiación. Según el ICE, las startups españolas recibieron 659,4 millones de euros de financiación el año pasado, suponiendo un 83% más que lo recibido en el ejercicio anterior. Además, la inversión extranjera aumentó en un 152%.
Ejemplo de la fuerza del emprendimiento español es que en este 2022 ya son nueve los unicornios (startups con una valoración de más de 1.000 millones de euros) de nuestro país, así como otras 20 que podrían serlo en un futuro próximo.
Para lograr una scaleup es importante tener un proyecto de internacionalización. Por ello, uno de los puntos más fuertes en este proceso son las grandes inversiones que se realizan tanto nacionales como aquellas procedentes de otros países, para posteriormente hacer un análisis práctico del mercado al que se va a dirigir.
Oriol Pascual, CEO de Stage2, expresa que internacionalizar es una decisión estratégica y una actividad proactiva para los proyectos que aspiran tener gran crecimiento, y que por otro lado implica ambición. Dentro de esa idea, habla sobre lo importante que es para las startups tener una visión global desde su inicio: “El gran reto es explicar la importancia de la internacionalización, de tenerlo desde el día uno y no cuando han pasado diez años, desde el primer día sentirte global y hacerlo de una forma estratégica, de una forma planificada”.
Jordi Aguasca, Director de Transformación Tecnológica y Disrupción en ACCIÓ, explica más adelante una reflexión y primer paso que pueden dar las startups para acceder al mercado internacional sin la necesidad de comenzar con una inversión tan alta: “¿Desde aquí qué puedes hacer? Si tu producto se puede vender por canales digitales, no es necesario empezar a probar nuevos mercados instalándote en esos mercados, sino que prueba a través de plataformas digitales si tu producto es bien recibido por el consumidor de ahí primero, y si ves que sí, después ya te plantearás otros costes”.