Eran las cinco de la tarde, una hora muy ‘taurina’, cuando el diestro gastronómico catalán –considerado el primer cocinero mundial- salio a escena, ante un público entregado desde el primer minuto de su intervención. Con un tono campechano, explicó a la audiencia por qué un negocio como el Bulli que iba en viento en popa, con dos millones de personas demandando sus platos, se acogió a un periodo sabático de seis meses. “Cerramos para no morir. Teníamos que transformarnos y nos dedicamos a reinventarnos. Una experiencia increíble que nos permitió convertirnos en una fundación sobre gastronomía”, explicó con la naturalidad que le caracteriza.
La clave de esta metamorfosis exitosa se encuentra en el I+D, como insistió Adrià, “dedicamos el 24% de nuestros ingresos en invertir en investigación y desarrollo; algo privativo de farmacéuticas y pocas empresas más”, se jactó. El otro gran factor, del que alardeó el cocinero, es su gran equipo de 50 profesionales que trabajan codo con codo.
Adrià mostró su agracedimiento a expertos MBA y algunas universidades prestigiosas de todo el mundo que han contribuido a que su fundación haya encontrado su razón de ser, y especialmente a su socio y nave nodriza Telefónica con la que ha llevado a cabo conjuntamente exposiciones y proyectos de Internet.
En estos momentos, su fundación anda embarcada en el Proyecto Sapiens centrado en mapas digitales que dará como resultado la Bullipedia, una plataforma de conocimiento a medio camino entre buscador y Wikipedia -con mayor riqueza multimedia-, en la que profundiza en un nuevo modo de aprender que son los productos gastronómicos. Sapiens cuenta con un presupuesto de 20 millones y va dirigido al sector educativo y funciona a su vez como plataforma para la emprenduría: “ayudamos a pymes y autónomos a saber cómo se monta un restaurante, cómo se gestiona, cómo se establecen los procesos”. Con el fin de llegar este conocimiento al público infantil, la Fundación Adrià y Telefónica han alcanzado un acuerdo con Disney.