El desarrollo sostenible es el gran reto de la humanidad. Engloba todas las cosas que deberían cambiar para poder tener un mundo más habitable, más saludable y más justo, desde los aspectos climáticos o medioambientales hasta los sociales o económicos. Todo ello se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, la hoja de ruta que deben seguir los estados, las empresas, las instituciones y también la ciudadanía para contribuir a mejorar el planeta y garantizar su conservación para las generaciones futuras. Y tiene una fecha objetivo: el año 2030.
Desde la Unión Europea se ha legislado para obligar a las empresas a asumir un papel responsable en esta carrera por la sostenibilidad y reportar la actividad que llevan a cabo en esta materia. Es decir, las empresas tienen, por ley, que mantener una estrategia activa en este sentido, y tienen que dar cuenta del impacto conseguido a través de lo que se denomina Estado de Información No Financiera (EINF). Desde 2021, presentar este informe junto con la memoria anual de sus cuentas es obligatorio para todas las empresas de más de 250 empleados que durante dos años tengan una cifra total de activo del balance de 20 millones de euros y su cifra de negocio tenga un importe neto de 40 millones de euros.
Por suerte, cada vez son más las empresas de todos los tamaños que, sin tener una obligatoriedad legal, están concienciadas con el cuidado del planeta. Porque también la pequeña empresa, o la microempresa, pueden adoptar medidas para reducir su impacto ambiental, o para crear un valor positivo para la sociedad. Y toda aportación es necesaria y valiosa. Ahora bien, ¿por dónde empezar? En este artículo ofrecemos una hoja de ruta para principiantes dirigida a aquellas pymes que quieren asumir un papel activo en el desarrollo sostenible pero no tienen claros los pasos que deben seguir.
1. Calcular mi huella de carbono. La actividad de la empresa produce unas emisiones de gases de efecto invernadero, que son los principales causantes del calentamiento global. En función del tipo de fuentes de energía que consume, los sistemas de climatización e iluminación de que dispone, los materiales que utiliza y si recicla o no los desechos, el proceso de fabricación de productos, el sistema que se utiliza para su transporte, la movilidad de los empleados… se genera una huella de carbono que, seguramente, se puede reducir.
Pero para ello, lo primero que hay que hacer es medirla. Y hacerlo es obligatorio para empresas a partir de 50 empleados, con una facturación superior a 10 millones de euros o que tengan actividad en las Islas Baleares. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha elaborado una Guía para el cálculo de la huella de carbono y también ha desarrollado una Calculadora de huella de carbono con la que las empresas pueden llevar a cabo esta medición.
2. Analizar cómo puedo contribuir al desarrollo sostenible e implantar medidas. Utilizar fuentes de energías renovables (como paneles solares) o vehículos no contaminantes, sistemas de climatización de eficiencia energética o bajo consumo, sistemas de iluminación LED con detección de presencia, etc., son medidas que contribuyen a reducir las emisiones de CO2. También es recomendable reducir el volumen de residuos y apostar por la economía circular, optimizar la cadena logística, fomentar el teletrabajo o reducir los desplazamientos de los equipos cuando sean necesarios (las videoconferencias pueden sustituir las reuniones presenciales, evitando así un gran número de desplazamientos).
Esto en lo relativo al aspecto medioambiental. Si queremos aportar valor en la parte más social podemos promover iniciativas solidarias en el municipio donde se ubica la empresa, como lanzar campañas de recogida de ropa o alimentos, realizar acciones de voluntariado para limpiar residuos de espacios naturales, de acompañamiento a personas mayores, firmar acuerdos con ONG, etc. Y también dentro de la propia empresa podemos comenzar por cuidar las medidas de igualdad dentro de nuestra empresa (de género, salarial, etc.). Porque el desarrollo sostenible también es promover la calidad de vida y la igualdad de derechos y oportunidades de todas las personas.
3. Definir un propósito y concienciar al equipo. Es esencial que todas las personas que forman la empresa estén involucradas y comprometidas con el objetivo de apostar por la sostenibilidad. De nada sirve cambiar los sistemas de calefacción para reducir el consumo energético si luego los empleados dejan las ventanas abiertas. O poner en marcha una iniciativa solidaria si nuestro propio equipo no va a participar. Para ello, debemos trabajar en crear una cultura de empresa, en la identificación de un propósito a alcanzar que dé un mayor sentido a nuestra actividad, y vaya más allá del negocio o del beneficio económico.
Realizar algún tipo de acción de sensibilización, alguna dinámica de equipo, y compartir alguna documentación sencilla que permita visualizar dónde estamos y dónde queremos llegar puede ser una buena forma de acometer el cambio cultural.
4. Establecer métricas para cuantificar el impacto y comunicarlo. Después de calcular nuestra huella de carbono, debemos establecer un punto de partida y medir periódicamente para visualizar claramente el resultado de nuestra estrategia de sostenibilidad. Para ello, es importante marcarnos unos objetivos de reducción de emisiones y llevar un seguimiento de lo que vamos consiguiendo con las medidas adoptadas. Existen herramientas digitales como APlanet que permiten recopilar información de las diferentes áreas de la empresa y realizar ese seguimiento de forma automatizada a través de un panel de control. Además, es importante informar a nuestros grupos de interés (empleados, clientes, proveedores) de lo que estamos haciendo y el impacto que estamos consiguiendo. Contarlo nos ayudará a seguir consolidando esa cultura de empresa con propósito.
5. Compensar las emisiones de tu actividad empresarial. En última instancia, y para cerrar el círculo, después de haber conseguido una reducción de emisiones considerable podemos compensar aquellas que no conseguimos eliminar mediante la financiación de proyectos de restauración de ecosistemas naturales, infraestructuras de energías renovables o tratamiento de residuos, por ejemplo. Existen empresas que se dedican a facilitar a otras organizaciones este tipo de iniciativas con las que colaborar. Pero es importante tener en cuenta que sin un plan de reducción sustancial de emisiones y sin acciones concretas, la financiación de proyectos verdes puede convertirse en greenwashing.
Aunque todo esto pueda parecer complejo, la clave es tener la convicción de comenzar y pasar a la acción. La sostenibilidad es una forma de operar y, como todo, tiene sus pasos y sus procesos. Asentar una buena base permitirá a la larga que tu empresa evite riesgos y contribuya a dejar un legado mejor para todos.