Internet, segunda generación

Carlos Martínez Alonso, secretario de estado de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, destaca la importancia de la coordinación entre administraciones para la eficacia de la I+D+i.

Publicado el 17 Mar 2009

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“Deja que el futuro diga la verdad, y evalúa a cada uno de acuerdo a su trabajo y logros”, dijo una vez Nikola Tesla, al que algunos consideran el inventor del siglo XX por sus avances en el campo de la electricidad. En materia de política científica -una maquinaria difícil de mover pero muy grata de desarrollar- el paso del tiempo suele ser el juez más equilibrado. Por eso cualquier balance del año 2008 debe iniciarse reseñando que fue el primero para el Ministerio de Ciencia e Innovación(MICINN), una de las grandes apuestas del Gobierno para impulsar la I+D+i como motor de la economía.
El MICINN ha estado muy activo en sus primeros meses de andadura, asumiendo de manera rápida su tarea de dinamizador de las actuaciones que antes llevaban a cabo por separado distintas administraciones e instancias. Su papel es fundamental a la hora de aunar esfuerzos investigadores con las Comunidades Autónomas, con otros ministerios –Industria, Educación y Sanidad- y con otros países. Sólo mediante la coordinación se podrá dotar de verdadero valor añadido al conjunto de las inversiones destinadas a la I+D+i.
En España, la principal herramienta de programación de la política científica y tecnológica es el VI Plan Nacional de I+D+i para el periodo 2008-2011. El área de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información constituye una de sus cinco acciones estratégicas, es decir, de carácter prioritario. Contempla medidas encaminadas a la promoción de las nuevas tecnologías como factor necesario para lograr una mayor competitividad económica, una sociedad más equitativa y un bienestar generalizado para los ciudadanos.
Ya no hay duda: las tecnologías de la información y la comunicación han llegado no sólo para quedarse, sino para cambiar la sociedad. Por eso hay que avanzar hacia el acceso universal a Internet. Como dijo Henry Ford: “El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos”.
Para el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Sociedad de la Información ha de ser entendida como una Sociedad del Conocimiento. Sin ese conocimiento, la revolución tecnológica de la que tanto se habla estará vacía, perderá su oportunidad de mejorar el planeta y de asentar nuevos principios y razonamientos que hagan más sabias, y más felices, a las personas.
En 2007, la biotecnología desplazó a la informática como primer destino de las inversiones de riesgo en uno de los lugares más emprendedores del mundo, Silicon Valley, donde se registran más del 70 por ciento de las patentes de los Estados Unidos. Un primer análisis podría llevar a concluir que la computación ya no interesa. Una segunda reflexión más sosegada permite entender que ordenadores y avances biotecnológicos están cada vez más relacionados y que, en la actualidad, la tecnología difícilmente puede separarse de la ciencia, está cada vez más imbricada en ella.
Como apuntó el escritor de Ciencia Ficción Arthur C. Clarke: “El futuro ya no es lo que era”. Hace años, nadie consideraba siquiera la posibilidad de que llegasen a existir biodispositivos, chips electrónicos que se insertasen en los seres vivos para minimizar el impacto de enfermedades como el Alzheimer (controlando sus temblores derivados) o para permitir la movilidad de personas tetrapléjicas. Tampoco podía soñarse con memorias de hardware basadas en conformaciones proteicas. Hoy en día, la bioinformática es una de las ciencias con mayores perspectivas de futuro.
La enorme creatividad que se está desplegando con las nuevas tecnologías debe ser reconvertida en impulso investigador. Ha de generar verdadero saber y, por qué no, derivar en patentes y progreso económico.
En el proceso de progresiva culturización digital española es necesario recordar un instrumento que cumplió 20 años en 2008: RedIRIS. Se trata de la infraestructura telemática básica que permite a universidades, centros de investigación y centros de la Administración española compartir servicios informáticos avanzados. Sin ella, muchos experimentos de I+D que consumen gran cantidad de recursos digitales no hubieran sido posibles en nuestro país.
Todo el apoyo del MICINN se dirige ahora RedIRIS Nova, un modelo mejorado de RedIRIS basado en la fibra oscura y similar a los empleados en los sistemas de investigación europeos. Con él, un investigador español se podrá conectar a una red con 10.000 veces más capacidad que el ADSL de casa. Es una puerta abierta a la segunda generación de Internet. No sólo por su mayor capacidad y velocidad, sino por el ingente intercambio de saberes que conllevará. Porque contiene ciencia.

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Redacción TICPymes

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