Datisa asegura que la gestión de inmovilizados es una de las grandes olvidadas en la informatización de las empresas, muchas de las cuales siguen utilizando las hojas de cálculo para cumplir con la legalidad. “Esta solución puede ser viable para una compañía con pocos inmovilizados, pero cuando su número va aumentando, también se incrementa el peligro de cometer algún error en los cálculos y el tiempo que se dedica a actualizar y mantener los datos aumenta exponencialmente”, asegura Isabel Pomar, directora comercial de Datisa.
En paralelo a estas complicaciones surgen además, otros problemas relacionados con la amortización durante años de bienes que se han perdido o deteriorado, las amortizaciones superiores al valor de adquisición inicial, la imposibilidad de conocer dónde está un determinado activo fijo, para qué proyecto se ha adquirido y para qué se utiliza, y un sinfín de complicaciones cuyo impacto en la rentabilidad de la empresa será mayor o menor, en función del volumen y valor de los propios inmovilizados.
Mejorar el beneficio financiero-fiscal
Una adecuada herramienta para la gestión de los inmovilizados debe dar una solución contable a la problemática de los activos fijos, permitir la optimización del beneficio financiero-fiscal y facilitar la gestión de localizaciones y ubicaciones de los bienes. Una buena gestión de estas áreas permitirá a las empresas beneficiarse económicamente, además de reducir significativamente el tiempo que dedica al desempeño de estas tareas, minimizará las posibilidades de error en el manejo de la información, y disminuirán las pérdidas y extravíos de los activos.
Los dos primeros puntos están directamente relacionados con la valoración económica de los activos. Y es que, el valor de un inmovilizado evoluciona en el tiempo, como consecuencia de los hechos que van sucediendo a lo largo de su vida, y que conocemos como movimientos económicos. De los que destacamos dos tipos: los que se conocen con precisión, y los que se estiman con un criterio matemático. Dentro del primer tipo, se encuentran elementos tales como los costes de adquisición, los gastos relacionados con los servicios de profesionales para la puesta en marcha de un equipo, las revalorizaciones, o las inversiones en mejoras de un activo. Como segundo tipo nos encontramos con la depreciación que sufren los activos, cuya expresión contable es la amortización.