Son más de catorce millones de personas, y algunos de ellos comenzarán a jubilarse el año que viene. Los baby boomers, nacidos entre 1957 y 1977, se preparan para afrontar el cambio de rutina que llega tras la etapa productiva. Y aunque, según la X Encuesta Instituto BBVA de Pensiones, siete de cada diez baby boomers consideran que la vida de los jubilados de su propia generación será peor que la de los actuales porque tendrán que jubilarse más tarde y percibirán una pensión más baja, los expertos creen que con ellos llegará un cambio de paradigma que acabará con el estereotipo clásico del jubilado.
“No se van a resignar al estereotipo clásico del jubilado que solamente juega a la petanca o se pasa los días mirando cómo avanzan las obras públicas. Van a vivir una jubilación con una actitud mucho más proactiva, no se van a conformar con ser aparcados en instituciones sociosanitarias y reivindicarán su derecho a vivir esta etapa de su vida con plenitud, llevando a cabo aquellas actividades que le den un sentido”, afirma Enric Soler Labajos, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El experto añade que, además de haber sido los artífices de un gran cambio social, serán pioneros en el gran cambio de la experiencia de estar retirado de la vida laboral. “Los antiguos geriátricos ya se están preparando para esta revolución y están asumiendo que el futuro pasa por los avances de la telemedicina y que las infraestructuras actuales deberán adecuarse como unidades de estancias cortas, para convalecencias. Tienen claro que los baby boomers van a dirigir su propia vida tanto en la jubilación como en la vejez, cada vez más tardía”, explica.
En opinión de Enric Soler, experto en psicología de la salud y calidad de vida, una serie de circunstancias propician este cambio. La primera es que los baby boomers han tenido una nutrición, una higiene, una atención sanitaria y unas condiciones laborales mejores, así como unos niveles de educación más altos que las generaciones anteriores. Y esta mejora en la calidad de vida retrasa el envejecimiento. Por otro lado, los baby boomers están muy acostumbrados a grandes cambios: son la generación que pasó de la dictadura a la democracia, la que asumió una nueva identidad europea, la que vivió el cambio de la peseta al euro, la que incorporó la mujer al mercado laboral y también la que se ha adaptado al cambio del mundo analógico al digital. “Todo ello ha hecho que sea una generación cognitivamente muy activa“, explica el profesor colaborador de la UOC.
Pero, además, sus condiciones físicas no son las mismas que las de quienes comenzaban a jubilarse hace dos o tres décadas. Un estudio científico finlandés reciente ha concluido que los septuagenarios y octogenarios de hoy andan entre veinte y cuarenta centímetros por segundo más rápido que las personas de esta franja de edad de hace veinte años, y que son capaces de agarrar con una fuerza entre un 5 % y un 25 % mayor. “Además, tienen más capacidad pulmonar, más fluidez verbal, mejor razonamiento y mejor memoria de trabajo. Y a todo ello se le suma que la fragilidad y la prevalencia de las demencias está disminuyendo desde hace diez años, mientras que los recursos para hacer frente al deterioro físico y cognitivo han mejorado notablemente”, añade Soler.
Consejos para una jubilación saludable
Sin embargo, hay determinados factores de riesgo que pueden dificultar una jubilación saludable. Entre ellos, Enric Soler cita haber hecho del trabajo lo único que da sentido a la vida; haber sido adicto al trabajo; tener una personalidad rígida, con dificultades para integrar los cambios importantes; no haber tenido la oportunidad de ejercer un trabajo que resultara gratificante; sufrir un trastorno psicológico en el momento en el que llega este gran cambio de estilo de vida; tener antecedentes de dificultades de adaptación, especialmente haber sufrido trastornos adaptativos; no haber sabido disfrutar del ocio o de los periodos vacacionales; no mostrar interés por actividades gratificantes fuera del ámbito laboral, o bien tener antecedentes de problemas para afrontar duelos. “La pérdida del rol profesional y de poder adquisitivo son dos ejemplos de pérdidas asociadas a la jubilación que, como tales, nos enfrentan a un proceso de duelo”, afirma el experto.
Soler también advierte que, para lograr dar ese salto hacia una nueva forma de vivir la etapa poslaboral, la nueva generación de jubilados tendrá que enfrentarse a los falsos mitos que nuestra sociedad ha alimentado sobre el valor del jubilado en una sociedad demasiado preocupada por la productividad. Por eso aconseja a los baby boomers que estén a punto de jubilarse plantearse cómo desean vivir su jubilación, planificarla para, luego, adaptarla si hace falta y tomar conciencia del valor de la experiencia. “En las culturas orientales se respeta a los mayores por su experiencia de la vida. Se les considera sabios por lo vivido. Esa inteligencia cristalizada no puede caer en saco roto”, recuerda.
También considera fundamental prepararse para el tránsito de la etapa productiva a la etapa de la jubilación. “Ya hay empresas, como Transports Metropolitans de Barcelona, que ofrecen una intervención psicoeducativa a sus trabajadores durante los últimos años su etapa productiva. También sería recomendable que el cambio fuera progresivo: anticipado, más o menos planificado y gradual”, aconseja.
Por otra parte, las TIC van a desempeñar un papel muy importante en el nuevo paradigma de la jubilación como una herramienta que facilite y permita la experiencia de una jubilación reconectada con la sociedad, en la que la persona jubilada no se va a resignar a quedar relegada a un papel pasivo. De hecho, los actuales jubilados ya usan las herramientas digitales para socializar.
“Los datos de los que disponemos muestran que las personas de la tercera edad hacen un uso del móvil inteligente más limitado que las generaciones más jóvenes, están mucho menos enganchadas. Sin embargo, lo consideran tan importante en su vida cotidiana como las generaciones más jóvenes”, indica Mireia Fernández-Ardèvol, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, experta del grupo de investigación Communication Networks & Social Change (CNSC), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), y una de las investigadoras del proyecto BConnect@Home – “Conectado en casa”: el uso de tecnologías digitales entre las personas mayores. Este proyecto concluye que la mitad de los accesos en el móvil de la gente mayor que ha participado en el estudio corresponde a llamadas (incluidas las hechas con WhatsApp o Telegram) y mensajería instantánea. En cuanto a la popularidad de las aplicaciones, WhatsApp ocupa la primera posición de forma predominante.