La sociedad sueca cada día usa menos monedas y billetes, que se cuentan en coronas. Los datos más recientes de los que dispone el banco central del país, el Riksbank, indican que este año solo el 13 % de los ciudadanos ha pagado en metálico sus compras más recientes, cuando en 2010 el porcentaje era del triple. Pequeños comercios, servicios públicos y grandes empresas siguen esta tendencia y algunos ya no permiten pagar en efectivo. Un ejemplo que lo ilustra es que la cadena sueca Ikea está probando, desde el 1 de octubre, qué ocurre si elimina los pagos en metálico en uno de sus establecimientos en el país. De momento, se ha visto que genera problemas a los mayores.
En este contexto, está valorándose crear la que puede ser la primera criptomoneda estatal europea. Ya se ha bautizado como e-krona (‘corona digital’). «El Riksbank necesita considerar cuál tiene que ser su papel en un mundo cada vez más digital, y por eso la primavera de 2017 empezó un proyecto para examinar el alcance de emitir una moneda digital del banco central, llamada e-krona, como complemento al efectivo». Así lo explica el último informe que se ha publicado, apenas hace unas semanas. Dos expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) analizan los pros y contras de este proyecto del que se considera el segundo país más innovador del mundo.
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Evitar que solo decidan las entidades privadas
La e-krona sería, pues, una moneda digital emitida desde el banco central de Suecia, alternativa al uso de tarjetas o aplicaciones de entidades privadas para hacer los pagos y complementaria al efectivo, que va a la baja. Para August Corrons, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, este es el principal motivo para la creación de la e-krona: «Si el efectivo acaba desapareciendo, todo el mundo deberá tener una cuenta bancaria y una tarjeta de crédito o de débito. Todo estará sujeto a las decisiones de las entidades privadas y, si estas deciden poner más comisiones o cerrar el grifo para ciertas personas, la situación puede ser crítica», advierte.
Según el informe del Riksbank, está valorándose que la e-krona pueda utilizarse con un tipo de tarjeta recargable, como si fuera un monedero, pero que también puedan tenerse depósitos en una entidad bancaria pública. Otra cuestión es la huella que dejaría cualquier operación, por pequeña que sea. Como es una moneda digital, apunta Corrons, cualquier movimiento quedará registrado. «Esto es positivo para evitar desviaciones de dinero o la economía sumergida, pero resta privacidad y habría que tener mucho cuidado; hay cosas que, quizás, quieres comprar desde tu total privacidad y esto, si no es en efectivo, no será posible», indica.
Además, y tal como está debatiéndose en Suecia, Corrons recuerda que existen ciertos colectivos para los que es complicado prescindir del efectivo: no solo los mayores o las personas sin conectividad, sino también las personas con discapacidad o con muy pocos recursos. «Sería necesario hacerles algún tipo de acompañamiento o garantizar que exista una convivencia entre el dinero en efectivo y la e-krona», explica.
Los cambios legales
En cuanto a los aspectos legales de la e-krona, de entrada no será necesario modificar las funciones del Riksbank, porque ya es el organismo encargado en Suecia de la emisión de moneda, de la política monetaria y de garantizar que los medios de pago sean seguros y eficientes. Así lo detalla Benja Anglès, profesor de Derecho financiero y tributario de la UOC. Aun así, «sí deberán aprobarse algunos cambios legales para que pueda convertirse en una moneda de curso legal», subraya.
En concreto, Anglès destaca tres cambios. Primero, para que sea considerada como valor, «la nueva moneda necesitará ser reconocida legalmente como medio de pago y, además, tendrá que ser aceptada de forma obligatoria por parte de empresas y particulares», indica. Así, será posible utilizarla como si se tratara de efectivo. En segundo lugar, «hará falta otra modificación legal que reconozca las cuentas electrónicas de la nueva moneda digital como depósitos». Además, «tendrá que prohibirse el anonimato de los titulares de la nueva moneda y de las cuentas electrónicas para luchar contra el blanqueo de dinero, entre otros motivos», añade el experto.
Finalmente, como Suecia es miembro de la Unión Europea, «habrá que establecer medidas a escala europea para que todos los ciudadanos comunitarios, con independencia de su origen, puedan utilizar la nueva moneda digital, garantizando, de esta forma, uno de los pilares fundamentales de la Unión: la libertad de movimientos de personas y capitales, ya sean residentes suecos o no», dice el profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política.
¿Podría suceder en España?
Para August Corrons, un cambio de estas características es poco probable en el Estado español. «No veo que el dinero en efectivo desaparezca más allá de entornos puntuales, a diferencia de lo que ocurre en Suecia, que tiene un nivel evolutivo que no tienen otros muchos países. En España, en la actualidad, el dinero en efectivo permite la economía sumergida, las comisiones y la corrupción; quienes más se sirven de estas cuestiones son quienes menos interés tendrán en que esto desaparezca, salvo que Europa nos arrastre a ello», asegura.
En cualquier caso, considera Benja Anglès, «si en España quisiera introducirse una moneda digital de curso legal, deberían tenerse en cuenta las mismas consideraciones legales hechas en Suecia, lo que implicaría, entre otros aspectos, modificar el Código civil y el Código de comercio». Además, añade, «esto comportaría que el Banco de España recuperara cierta capacidad en política monetaria, que actualmente está en manos del Banco Central Europeo, dado que España forma parte de la zona euro».